Tierra sin hombres

Opinión:

"Tierra sin hombres" es una novela que, nada más por su portada y su título, ya resulta muy evocadora. Ese árbol solitario sobrellevando el que parece un frío viento, la joven vestida de época que lo acaricia y el mar insinuado de fondo son elementos que me remitieron instantáneamente a algunas de mis novelas favoritas (específicamente a las hermanas Brontë). Tras leerla, puedo afirmar lo que entonces solo fue una atracción visual: ésta es una novela que bebe mucho de aquellas obras del romanticismo inglés, una novela en la que las mujeres son las protagonistas (su nombre ya lo apuntaba) y, sobre todo, una novela en la que las relaciones familiares entre mujeres tienen un peso extraordinario.

En "Tierra de hombres", Inma Chacón nos presenta la historia de una familia gallega muy humilde a principios del siglo XX. En la época, era práctica común que los hombres de las familias pobres marcharan a ultramar en busca de fortuna y eran las mujeres quienes quedaban atrás al cuidado de los hijos y las tierras. Rosalía, la matriarca de la familia protagonista, es una más de estas mujeres, mientras Mateo, su esposo, se hace a la mar. Desde el principio, pues, encontramos una historia profundamente femenina en la que la ausencia de hombres marca los papeles que deben adquirir ellas y, en el caso de Rosalía, determinan su carácter autoritario y la manera en que decide organizar la vida de sus dos hijas.

Este es sólo el planteamiento de esta historia que me ha tenido atrapada a sus páginas tanto por los acontecimientos que nos relata como por la potente manera de narrar de su autora.

La Galicia de 1910 es un área tan rural como supersticiosa y las ancestrales creencias marcan la vida de las dos hermanas hasta un punto que llega a determinar el destino de nuestras dos protagonistas. Mil ojos hay en Cobas (como en la famosa Notredame en la versión de Disney) y cada uno de ellos es juez y parte de la vida de todos los demás. Por ello, el mundo mágico de las curanderas, las profecías y diferentes supersticiones se erigen como un protagonista más de la historia, sin el cual las vidas de Sabela y Elisa no habrían sido las mismas. Esta ambientación resulta subyugante a la vez que consigue que el lector actual se asombre e indigne a partes iguales por las penalidades que sufren las hermanas sin más justificación que el qué dirán (o el qué han dicho ya las sacras leyes de la tradición) y, por si el peso de la superstición y la opinión pública no fuera suficiente, también la Iglesia tiene algo que opinar sobre sus actos. Y, por encima de todos estos mecanismos de control y predeterminación, Rosalía, siempre Rosalía.

La novela se configura así como una potente historia sobre mujeres que intentan sobrevivir en un mundo opresor y sobre una madre que, pensando en el bien de sus hijas, decide erigirse como mano ejecutora de su destino.

Los personajes masculinos no quedan desdibujados a su lado, porque Chacón nos introduce también en la psique de los protagónicos (Martín y Eloy, especialmente), pero si hay uno que me ha dejado especial huella es el tío Manuel, el hermano de Mateo, el padre de Sabela y Elisa, un hombre sordo desde pequeño que esconde más de un misterio que darán un giro de tuerca a una trama, de por sí, llena de requiebros y cambios de fortuna.

Se me ha hecho muy fácil comprender a los personajes (hasta a Rosalía llegas a entenderla aunque no compartas sus decisiones) porque Inma Chacón tiene una facilidad inmensa para penetrar en ellos y dibujárnoslos magistralmente tanto por sus palabras como, sobre todo, por aquello que no dicen y por lo que hacen. Mi favorita, sin duda, ha sido Elisa, porque tiene un arco de evolución complejo y lleno de matices y creo que, de las dos hermanas, es la verdaderamente protagonista.

Esta es una novela que reflexiona sobre la familia, los secretos y el poder de la palabra (la cuchicheada, la que se supone mágica, la que no se dice y la que sí y cambia vidas); una novela sobre la supervivencia y la capacidad de adaptación; una novela de mujeres valientes que deciden sobreponerse a todos los golpes de la vida y que lo hacen solas, mientras sus hombres, a quienes se les supone verdadero poder de acción en esa sociedad, se ausentan.

Por otro lado, no me gustaría acabar esta reseña sin subrayar la perfecta ambientación, la riqueza de la prosa de la autora y cómo, una historia en apariencia sencilla, se va enredando y transformando en toda una odisea que, como decía al principio, tanto me ha recordado a los personajes turbadores de las hermanas Brontë. Desde luego, Galicia, sus tradiciones, supersticiones, ambientes y gentes no tienen nada que envidiar a los escabrosos paisajes ingleses de aquéllas.

Ana Vanesa Cremades