Tercer acto

Opinión:

El filósofo, novelista y poeta Félix de Azúa (Barcelona, 1944) regresa al mundo literario con una biografía falsa que aporta una visión excepcional y pictórica del final de la Dictadura Española y del inicio de la Transición. Con un <<yo>> que no puede evitar desmarcarse de Félix de Azúa, se desvela el testimonio de toda una generación de jóvenes que, ante el fin de una era terrible, represora y muy limitante, se abren ante un mundo que no sabe realmente lo que quiere. Se convierte en la herramienta para hacer aparecer nombres ilustres con los que el autor coincidió a lo largo de su vida, si bien él se esmera en convencer que todos los personajes en "Tercer acto" son puramente ficticios. Son personas muy reflexivas, exiliadas, que se juntaban en locales de París y que debatían sobre temas metafísicos o sumamente profundos (unos temas que, por cierto, al autor le encantan y que de una forma u otra se manifiestan en sus obras). Posteriormente, estos mismos personajes, al regresar a Cataluña, ante las alas que la libertad (o presunta libertad) les permitía desplegar, encararon la nueva vida en España con muchas dificultades, inmersos en alucinógenos y falta de objetivos. 

El concepto del fin y la muerte constituyen los dos grandes leitmotivs en los que fluctúa la novela. Su título, "Tercer acto", alude irremediablemente a la dramaturgia, donde sus obras suelen estar compuestas de tres actos. El vaivén temporal al que se mueve la trama, alternándose entre mediados de la década de los setenta del siglo pasado y 2007, habla al lector del final de la vida de Franco (y por ende de la Dictadura Española) y del final de la vida de Josean, el personaje en torno al cual gira todo. Y no sólo eso, sino que los debates de los intelectuales o ciertos momentos de inhalación de alucinógenos generan una presencia tácita o implícita de la muerte. 

Es una novela corta muy enriquecedora, donde su autor continúa con su costumbre de jugar con las imágenes, de trasladar la poesía a su prosa, de coquetear con los tiempos, en un esfuerzo de nuevo por interpelar al lector. 

Miembro de la Real Academia Española, es un hombre por y para la literatura, experimentador, nada convencional, que filosofa en sus textos para exhorta al lector a filosofar también. Habiéndose iniciado en la poesía (a la cual, según sus palabras, aún se siente perteneciente a ella cuando escribe), con la inclusión de algunos de sus poemas en "Nueve novísimos poetas españoles" (una recopilación de poemas de los mejores poetas de los años sesenta), ha cultivado con asiduidad las novelas o los ensayos, especialmente éstos últimos. También ha sido traductor de obras en inglés y francés. 

Entre los galardones ganados destacan el Premio Herralde en 1987 y el Premio González-Ruano en 2012. 

Cristià Serrano