Sumisión

Opinión:

Francia, año 2022. El régimen cristiano que llevamos asentando y promoviendo desde hace miles de años en Occidente se derrumba: un partido islamista moderado, liderado por Mohammed Ben Abbes, consigue derrotar a la candidata del Frente Nacional e imponer un estado islamista en Francia. Los primeros días, París aparece como la capital del caos: peleas armadas, barricadas, emigración y mucha confusión. Poco a poco, sin embargo, la sociedad va aceptando el nuevo estado y se van asentando sus directrices. Las mujeres cambian sus faldas y sus pantalones estrechos por ropas más discretas, los hombres empiezan a 'disfrutar' de la poligamia, la universidad y las instituciones depuran a todo el personal contrario al régimen o no posicionado, y el mundo que todos conocemos empieza a dejar paso a algo insospechado.

François, el protagonista de "Sumisión", es un profesor universitario hastiado de su rutina de docente e investigador, y poco concienciado del peligro que se cierne sobre Francia hasta el último momento. El nuevo régimen le afectará a nivel personal -su amante, una alumna judía, huye junto a su familia a Israel- y también a nivel profesional, pues perderá la plaza en la universidad debido a su falta de posicionamiento político-ideológico. Igual que Huysmans, escritor naturalista que sufrió una conversión al catolicismo narrada en muchas de sus obras, François se planteará una conversación forzosa al islam, con intención de retomar su antigua vida en un nuevo mundo. La situación que Michel Houellebecq crea en "Sumisión" es una distopía política equiparable solo al ya mítico "1984" de George Orwell.

Se necesita mucha valentía -y también descaro- para escribir una obra tan expresamente radical con esta, en la que Houellebecq desafía al islam mediante los tópicos extendidos acerca de sus prácticas. Ya en las primeras páginas aparecen nombres conocidos para los lectores, como Hollande o Le Pen, que otorgan verosimilitud al texto hasta el punto de que uno llega a aliviarse cuando cierra el libro y se da cuenta de que no deja de ser ficción. Como en el resto de sus obras, la realidad se convierte en un espacio seguro frente a una ficción asfixiante con el poder de perseguir al lector hasta en sus pesadillas. El punto triste -inevitablemente- nace con la reflexión en torno al grado de ficción de la novela: como todas las distopías, "Sumisión" parte de una remota pero existente posibilidad de que los acontecimientos de la historia europea se desarrollaran realmente así. Nos quedan tres años por saberlo.

No sé si Michel Houellebecq es un visionario o un mero provocador. Sé, eso sí, que su prosa tiene la capacidad de seducir y, consecuentemente, de impactar y atemorizar. Como siempre digo, Houllebecq no es apto para todos los públicos, pero sí es digno de lectura para las mentes críticas. "Sumisión" es, posiblemente, la más atrevida ficción política que se ha escrito en las últimas décadas.

Darío Luque