Sostiene Pereira. Una declaración

Opinión:

Anika Lillo

Cuando se tiene envidia sana es cuando te alegras por alguien. Yo tengo envidia sana por este autor (lo mismo me ocurre con Benedetti y su "La tregua"), por haber escrito una obra tan sencilla y a la vez tan grande. Jamás pensé que una palabra (como es el caso de "sostiene") pudiera usarse en tantas ocasiones y no parecer un abuso.

Es una novela fantástica, que como todas las que te llegan al alma, empiezan con seres conformistas, poco dados a rebeldías, acostumbrados a lo bueno y a lo malo de su vida sin quejarse, -seres lineales- para terminar emocionándote por un acto de valentía.

La recomiendo absolutamente, e incluyo aquí a lectores de cualquier otro tipo de novela o género, porque no estaría de más que conociesen otro tipo de obras (máxime si se trata de éstas).

E-Bronsky

"Sostiene Pereira que le conoció un día de verano" Así comienza la historia de una metamorfosis provocada no por un sueño, si no por un encuentro. La novela está repleta de diálogos ágiles, comidas en el Café Orquídea, referencias literarias y guiños al lector. Tabucchi, italiano experto en Pessoa, nos va mostrando la transformación de Pereira, un infeliz lleno de ternura y sensatez que descubre la contradicción entre su yo y la convulsiva época de los fascismos en Europa. "En fin, qué se le va a hacer", parece reducir su pensamiento a un estoicismo resignado. Pero como decía su padre (una frase para reflexionar): "La filosofía parece ocuparse sólo de la verdad, pero quizá no diga más que fantasías, y la literatura, que parece ocuparse sólo de fantasías, quizá diga la verdad" Una muestra de ello es esta entrañable novela.

Iván Humanes Bespín

NOTA: ATENCION, POR SER ESTE COMENTARIO DE LOS MAS ANALIZADOS, CONTIENE TAMBIÉN INFORMACION SOBRE EL FINAL DE LA NOVELA. SI NO HAS LEIDO EL LIBRO, SÁLTATELO.

Tabucchi inicia su novela "Sostiene Pereira" con un Pereira fatigado, que ha nacido y permanece en un análisis de la realidad portuguesa, en época de fascismos, medido, a cucharadas dentro del mundo represivo en el que vive, vacío.

El personaje en la novela crece y abandona esa contención y asentimiento. Es un ejemplo perfecto de la transformación que todo personaje debe experimentar en la narración y va tomando conciencia poco a poco, en el bar, en las conversaciones con la gente de la calle de lo que está sucediendo y de lo que están silenciando. Las instituciones, el poder de la censura, la policía, respiran en un estado de impunidad total. Días de dictadura y de miedo.

Y las noticias culturales y políticas que los periódicos publican se ocupan de los temas más banales. Insignificancias de la realidad que divierten y despistan al individuo, alejándolo de la posible rebelión y de un estado de inquietud, limitando su individualidad, la libertad a decir no. Haciendo de él un ciudadano engañado.

Sostiene Pereira una actitud de cambio personal, un descubrimiento de la verdadera realidad, el rechazo a las noticias de inauguraciones alegres que enmascaran asesinatos de obreros, represiones sangrientas. Comienza a ver y a necesitar el grito, la denuncia pese a que eso conlleve un interrogatorio lleno de pistolas y cráneos hundidos. Y Pereira cambia, evoluciona, poco a poco se va dando cuenta de la verdad y asume el riesgo de la vida. Pereira denuncia en su página cultural el asesinato de su amigo a manos de los impunes, sortea la censura, gana, transforma el primer Pereira en un periodista definitivo, comprometido, honesto consigo mismo. El relato está lleno de tortillas a las finas hierbas, de un ambiente caluroso, patoso, imposible, repleto de información oficial sin sustancia.

Tabucchi escribe finamente, con ritmo de narrador prodigios o. Eligió el Portugal de antes como pudo elegir cualquier otro país en el ahora peligroso en el que vivimos. Porque las tortillas en muchos lugares tienen ya ese sabor aceitoso, el tiempo se está volviendo pesado, la información que los Gobiernos y las instituciones se empeñan en darnos es patosa, llena de dudas, vacía, insistente. Y hace que los Pereira se vuelvan hoy en día imprescindibles. Y los Tabucchis...

Pilar Alonso Márquez

Pues la película no la he visto pero sí he leído el libro y, Boro, he de darte las gracias, porque me ha encantado. El personaje de Pereira es muy tierno. Un hombre que vive dentro de un frasco y que es convulsionado por la llegada de un joven, Rossi, que hace tambalear toda su estructura. El modo en que el personaje va evolucionando es magistral. Me gustó especialmente el episodio en el balneario, con el Doctor Cardoso que al final se convierte en su aliado. Esa necesidad de guardar silencio, ese miedo a la censura, ese no decir más de lo que se debe y que al final no pesa nada contra lo que tiene necesidad de explicar.

Me ha gustado mucho también el modo de contarlo. Sostiene Pereira que aquella mañana... (miles de ejemplos) lo hace tan... personal, tan cercano. Como si estuviese hablando de alguien a quien todos conocemos o al menos a quien él ha conocido en profundidad. Le otorga a mi parecer una humanidad excepcional.

El personaje de Marta tiene también mucha fuerza y el modo en el que él se acerca a ella también evoluciona.

Una de las cosas que más me han llamado la atención es el hecho de que hablase con el retrato de su esposa muerta, y que incluso se lo llevase cuando se marcha de viaje, boca arriba porque le gusta el aire fresco. Un modo de anclarse en el pasado y poder así evitar contemplar el presente, hasta que se le cae encima.

La espiral de silencio, sí, es lo que mejor explica el trasfondo de la obra. Lo he disfrutado mucho.

Manel Haro

Es una novela corta pero intensa. Se disfruta con cada página, con cada detalle. Es un relato redactado con meticulosidad. Una de esas obras que hacen que el lector quiera adentrarse más en la trayectoria literaria del autor. Vale la pena detenerse un momento en "Sostiene Pereira" y reflexionar sobre lo que nos dice Tabucchi.