Sin alma

Opinión:

"Sin alma" narra la historia de un personaje real, Simón de Montfort, que encabezó la conocida como "Cruzada Albigense". El contexto histórico está, sin embargo, bastante simplificado, cosa que reconoce el autor. En favor de la narración, elimina algunos personajes relevantes y evita en todo momento mencionar la palabra "cátaros" para referirse a los herejes. Esto puede descolocar al que no esté muy enterado de historia y no tenga claro cuándo fue esa cruzada, porque a lo mejor no las asocia y no recuerda ninguna cruzada en Francia que no fuera la de los cátaros, cuando es esa misma.

El tema principal es el extremismo y el fanatismo religioso ciego. Desde el planteamiento de inicio, el convencimiento de haber perdido el alma por un acto terrible, hasta todos los actos y momentos significativos de la vida del caballero, que se deja llevar por una escalada de actos violentos con la convicción de que está siguiendo el camino recto, aunque él mismo reconozca que nunca se ha topado con un hereje.

Hay, por tanto, bastantes sucesiones de barbaridades por parte de ambos bandos, redundantes, aunque crecen en violencia y magnitud conforme aumentan las hostilidades. La presencia del legado papal, un maloliente villano que se reviste de santidad y dirige los pasos de Simón, solo echa leña al fuego y no es hasta que el caballero se desprende de su influencia que empieza a comportarse de una forma más civilizada, aunque no menos dura.

Otro personaje importante para la trama es Azalaís, insatiabilis bestia, como la apodan, que hace el papel de femme fatale, siempre traicionando, poniendo trabas o intentando matar a Simón, siempre perdonada por él. Es el contrapunto a Alix, esposa de Simón, una convencida fanática que cree en el automartirio para purgar los pecados y resulta agotadora y cargante.

La ascensión de Simón es tan increíble como real, siendo como fue un gran militar que se desenvolvió muy bien en situaciones muy adversas y con muchos enemigos a su alrededor, al margen de valoraciones sobre sus actos y de disquisiciones sobre sus motivaciones. Un personaje sin duda polémico, pero desarrollado de forma convincente.

El final es también brusco y real. Sebastián Roa lo encaja de forma acertada, aunque sin duda puede cabrear a algún lector que no se lo esperara.

Déborah F. Muñoz