siete días en el mundo del arte

Opinión:

El libro en general rezuma un sabor muy periodístico. La autora no avanza tesis, simplemente nos transmite miles de opiniones de personas muy relacionadas con el mundo artístico: galeristas, subastadores, conservadores de museos (que la traductora llama “curadores”, literalmente), críticos, profesores, artistas ¡cómo no!

Como es natural, las opiniones son muy diversas; una primera idea que debemos tener clara es que el mundo del arte es mucho más amplio que el mercado del arte. Hay mucho arte que no se vende, y su valor artístico puede superar con mucho el valor de otras obras en venta. O no; en esto del arte, no hay más precio que el que alguien está dispuesto a pagar por algo.

La autora se pregunta, en la introducción, qué es lo que ha hecho del arte contemporáneo algo tan popular. Por una parte, se responde, estamos mucho más educados para entenderlo o apreciarlo; por otra, leemos menos: nuestra cultura ha pasado a la imagen: televisión, Internet. Y en tercer lugar, el arte está globalizado: es más fácil entenderse con imágenes en cualquier cultura que con el lenguaje verbal.

Destaca también la autora otro elemento aparentemente contradictorio, en la popularización del arte: su precio. El arte se ha vuelto muy caro, un objeto de lujo. Y eso ha llevado a que los coleccionistas y los inversores dirijan su atención al arte como un producto interesante. 

La subasta es un capítulo dedicado por entero a una venta de Christie’s en el Rockefeller Center de Nueva York. En La Crit asistimos al desarrollo de una interminable y enloquecida sesión de un famoso seminario del Instituto de Arte Californiano. En La feria, la autora pasa una jornada entretenidísima en la Art Basel, la feria de arte más importante del mundo. Habla con galeristas, críticos, algún que otro artista, compradores compulsivos, coleccionistas serios, en fin, una jornada de locura. En El premio, se nos cuenta y asistimos al proceso de gestación y entrega de los Premios Turner, que la Tate concede anualmente a los artistas británicos o residentes en Gran Bretaña y cuya trayectoria merece mención especial y 25.000 libras esterlinas, como las que recibió Damien Hirst en 1995 por una escultura de una vaca y su ternerito, disecados y metidos en sendos tanques de formaldeído. En  La visita al estudio, es el artista Takashi Murakami el visitado: los estudios Murakami nada tienen que envidiar a The Factory de Andy Wharhol. En La revista se exploran las perspectivas de la crítica, su función y su integridad, mediante conversaciones con críticos, historiadores de arte, etc. La Biennale, lógicamente se desarrolla en Venecia, donde las relaciones sociales son tan importantes o más que el arte propiamente dicho.

En suma, un libro curioso y entretenido para los interesados en el funcionamiento interno del mercado del arte, más que en el arte en sí. Cualquier artista saldría huyendo ante esta lectura, en mi opinión. Claro que algunos tienen también temperamento empresarial, pero son los menos. 
 
Ariodante
Abril 2010