Sepulcros de vaqueros

Opinión:

Estamos ante un libro extraño, porque no sigue la pauta de sus otras obras en la medida que ofrece unos pocos relatos aparentemente sin conexión entre ellos, aunque orbiten sobre las mismas obsesiones del universo Bolaño. Con su formidable talento narrativo, que nos sumerge en escenas tan creíbles como hipnóticas, con esos personajes que arrastran la vida como personajes amarrados a ambientes que se nos presentan como constantes encierros vitales.

Un libro de finales que presentan futuros inciertos, como el golpe de estado contra Allende, la locura surrealista parisina de la mano de Breton, la sombra de Neruda, los explosivos litigios literarios con la poesía omnipresente, la violencia, entre otras historias que se alinean como la infantería de un ejército que no conduce a ningún sitio, porque su enorme valor es el relato mismo de la situación, de cada sucesión de momentos, sin la necesidad de un epílogo explicativo que dote de un final a cada historia, porque la inteligencia del lector no necesita de finales más o menos elaborados gracias a la fuerza de convicción literaria de la escritura de Bolaño.

La legión de lectores que son sus seguidores, que caen rendidos a su universo literario, reciben en estos sepulcros de vaqueros dosis concentradas de su singular visión de la existencia. Con los temas que sobrevuelan una y otra vez por sus historias, como el amor, la distancia, la revelación, la huida, el cambio brusco en las existencias por razones tan ajenas como a menudo inesperadas, las contradicciones morales, los fríos desapegos a escenas tan convencionales como necesarias para ejemplificar una cierta molestia con el estado de las cosas.

Incluso el absorbente relato de ciencia ficción que inserta entre las páginas de este libro, con un ritmo trepidante que empuja y empuja al lector hasta su final, porque no deja abandonar sus páginas fascinados no sólo por el propio interés del relato, sino incluso por sus resonancias que invitan a otras situaciones curiosamente imaginables.

Una obra tan latinoamericana como las sutiles provocaciones que siembra en el texto, como esa referencia a que Chile y México no se parecen en nada, salvo que uno de los dos es el último, la cabeza y la cola del subcontinente, pero que cada cual averigüe a quien corresponde esa posición. O la violenta provocación cuando se refiere a que ningún país de Latinoamérica tiene una situación ventajosa, porque todos están en las faldas de la montaña, todos están en la sima de la quebrada, ¿pero qué sima? la del Yuro…

Jorge Negrete, Allende, Breton, Neruda, Walt Whitman, Rilke, la Luftwaffe o Messerschmitt, volcanes, rincones perdidos, megalópolis, ciudades olvidadas, Chile, Sonora, México, el Pacífico, el FBI, ovnis, la ONU, Nixon, una invasión de hormigas extraterrestres, se encuentran entre las páginas de un libro tan fascinante como extraño en referencia al resto de la gran obra literaria del gigante Bolaño.

Tal vez el mismo autor nos diera una pista de todo en ese párrafo final del artículo publicado en un periódico, afortunadamente incluido en las pequeñas joyas que nos regala Alfaguara en el apéndice de la obra, cuando Bolaño cita al propio Breton en aquella frase de "después de siglos de filosofía, vivimos aún de las ideas poéticas de los primero hombres", pero añadiendo "como una constatación en el umbral del misterio".

Qué grande Bolaño. Qué envidia de quien aún no ha descubierto sus libros. Qué sana envidia de quien ya habite en su universo gracias a su educado paladar literario.

Jorge Riet