Sensatez y sentimiento

Opinión:

Jane Austen (1775-1817) refleja en esta novela la sociedad inglesa de la época que le tocó vivir; o una parte de ella: la que tenía más o menos dinero y/o posición.

Asistimos a reuniones y cenas en las que los temas de conversación son los chismorreos y la caza en el caso de los varones. Más allá del interés por la vida de unos y otros, los únicos alicientes consisten en disfrutar de una mesa bien surtida, la música en ocasiones, preparación de nuevas fiestas y poco más; salvo en el caso de jóvenes de ambos sexos en edad de casarse, que tienen en esos encuentros la posibilidad de conocerse.

Vemos la encorsetada forma de actuar, lo "conveniente" y lo "correcto" y el papel de las mujeres, siempre necesitadas de una tutela que las defienda y defienda sus intereses. Todas las palabras y actos se miden en función de lo que se considera aceptable dada la posición de cada persona; y hasta los mayores enfrentamientos se envuelven en un hipócrita disfraz de "conveniencia". Por supuesto, las señoras sufren desmayos e indisposiciones ante el mínimo contratiempo.

Es curioso leer que los prometidos se intercambiaban mechones de pelo que engarzaban en sortijas y, los que podían permitírselo, regalaban a su pareja una miniatura con su rostro pintado…, y es que en aquella época todavía no existía la fotografía.

La mayoría de matrimonios se pactaban y prevalecía la situación financiera por encima del amor. En esas circunstancias, asombra asistir a escenas de absoluta teatralidad ante un desengaño o un comportamiento poco conveniente. El reflejo de esa sociedad, inglesa en este caso pero traspolable a la mayoría de culturas occidentales, es el de una superficialidad absoluta, siempre pendiente del "qué dirán" de lo que hacen unos y otros y de intercambiar tarjetas de visita.

Las protagonistas de "Sensatez y sentimiento" son Elinor y Marianne, encarnando cada una un papel contrapuesto. La madre de ambas, parecida a su segunda hija, posee como ella un carácter emocional y suele fiarse del buen criterio de la mayor. Tiene poco peso en la novela. En cuanto a la pequeña Margaret, su personaje es solo testimonial.

El estilo es fluido y resulta atractivo. Dice mucho de la forma de narrar de Jane Austen que una obra en la que no hay más trama que la de acercarse al modo de vida de esa Inglaterra del XVIII y XIX, atrape en las primeras páginas y hasta se valoren los pequeños "ganchos" a modo de intriga que, hoy en día, no podrían considerarse tales ni llegar a despertar interés alguno.

También es cierto que, en mi opinión, a la novela le sobran la mitad de hojas; quizá no en su momento, pero sí leída en la actualidad… Cuatrocientas sesenta y nueve páginas leyendo lo mismo son demasiadas. Cuando se ha satisfecho la curiosidad de cómo se vivía hace dos siglos, se conocen anécdotas propias de ese tiempo y se ha asistido a algún que otro desmayo, actitud "políticamente incorrecta" y a un montón de cenas o reuniones, se desea cerrar página.

En cualquier caso, el libro es distraido y bastante ilustrativo para conocer el encorsetado modo de vida de la sociedad que describe. Situarse en la época en que fue escrita es el mejor modo de sacarle partido y disfrutar de la lectura.

Pilar López Bernués