score 100 días

Opinión:

Cuando uno de los géneros literarios que más le motivan / gustan a uno es el Terror, tiene ante sí una clara disyuntiva. O lee a los clásicos o se alimenta con las obras que poco a poco van saliendo al mercado. A los primeros los conozco ya que hay que saber de dónde viene uno, pero no estoy continuamente revisándolos. Más bien me dedico a los otros. A los que con el paso de los años sean los nuevos clásicos. Para ello, como es lógico, leo todo lo que viene de fuera o al menos intento estar a la orden de lo que se está publicando en el extranjero y cómo no, de lo nacional. Y es en nuestro país donde poco a poco van saliendo a la luz obras y autores con identidad propia y que lastimosamente apenas se deja constancia de ellos. Pero cual adalid de la justicia del Terror (no me atrevo a ponerlo en mayúsculas, pero lo merece) soy de los románticos que siguen intentando sacarlos a la luz.
 
Siempre que me enfrento a un libro de Terror lo hago con deseo. Un deseo que está disfrazado de ganas de tener miedo, aunque aviso que es complicado, de conocer una historia que me impacte, que me deje poso en el estómago además de en la cabeza. Y "Score: 100 días" tenía a priori todos los elementos. Un argumento que me hacía pensar en la variada filmografía del género de las torturas (cercano al Gore) o libros del estilo de Jack Ketchum. Pero no, Laura me tendió el cebo y me llevó de manera sibilina por otros derroteros. Si bien es cierto que al comienzo y en sus primeras páginas, había algo de tener que leer varias veces para ver quién decía o sobre quién trataba lo que se narraba, en cuanto arrancó la historia, me agarré a las hojas y me dejé llevar.
 
Es un tanto a favor de la autora el hacer que un lector que va buscando unas situaciones y se encuentra con otras, a la vez que se sorprende, lo haga de una manera buena, que no se sienta timado, sino al revés, agradecido de haber sido desarmado. Como digo antes, lo hace de manera que al llegar al final me quedé con la sensación de haber sido testigo de un camino nuevo en el género. De que no siempre lo que uno espera es lo que se va a encontrar y es mérito de la autora el esconderlo hasta la penúltima / última hoja.
 
Más que centrarse en los hechos de la historia, lo hace en las actitudes de cada uno de los implicados. En su manera de comportarse ante la situación a la que se ven abocados, porque hubiese sido más fácil ir a los hechos y con cuatro pinceladas de sangre y unas cuantas escenas de tortura tener la excusa para contarnos la misma historia. Pero no, la trama indaga en su mente, tanto en la del verdugo como en la de la víctima como también en los familiares y cercanos a ellos. A modo de flash-back se nos van acercando algunas pistas para conocer el porqué de la situación y cómo se ha llegado a ella y vamos conociendo la situación actual de la trama. Y como seguidor de este género y de los psicópatas que en muchas ocasiones aparecen en las historias, me detuve en Matías. ¿Qué aporta nuevo al psicokiller de toda la vida? Su manera de pensar. Todo tiene una lógica y cómo se adapta como un guante a la situación que le toca vivir. Y su manera de actuar para que todo encaje a la perfección y así conseguir su Score.
 
Quizá, en mi opinión, me hubiese gustado leer más del padecimiento de Máximo (la víctima). Sí se ve ese sufrimiento, pero Laura enseguida lo duerme o anestesia y no se termina de ver su camino a la locura.
 
En definitiva, un libro que te hace entrar en la psicología de los personajes, que te lleva por sendas que pensabas transitadas y que apenas tienen huellas, que te sorprende en cada recodo, dándote unas nuevas vistas de una historia que creías conocer y que sobre todo, al llegar al final del camino ves que tu destino es diferente al que esperabas, y encima te gusta. 
 
Fernando Martínez Gimeno