Anika entre libros

satori en paris

Ficha realizada por: Joseph B Macgregor

Título: satori en paris
Título Original: (satori in paris, 2008)
Autor: Jack Kerouac
Editorial: Escalera


Copyright: Prólogo de Antonio Bordón
Traducción de Daniel Ortiz Peñate ISBN: 978-84-936397-5-4
Etiquetas:

Argumento:

Con motivo del cuadragésimo aniversario de la muerte de Jack Kerouac se edita por primera vez en nuestro país “Satori en Paris”, penúltima novela que el autor publicó en su vida.

Según cuenta el propio Kerouac en los primeros capítulos de la novela, la idea de escribir una historia centrada en narrar su viaje a Francia en busca de sus ancestros le fue inspirada por una suerte de iluminación interior, lo que los japoneses definen como Zen Satori (iluminación repentina, despertar repentino o más concretamente “patada en el ojo”). Aunque confiesa desconocer a ciencia exacta las causas de dicha “iluminación repentina” todos los indicios parecían apuntar a Raymond Baillet - el taxista que le condujo hasta el aeropuerto de Orly para iniciar el regreso a casa – como principal responsable de la misma. Y fue precisamente ese “Satori” el que le impulsó a escribir de manera automática y compulsiva - prácticamente la terminó en nueve días - esta crónica alocada, surrealista y etílica de sus andanzas a través de las diversas regiones galas en busca de los orígenes franceses de su apellido a la que llamó “Satori en París”.

En primer lugar, Kerouac realiza una breve escala en París para enseguida emprender un viaje en tren hacia Brest (ya que perdió el avión). Pasa un par de días en Brest y desde allí toma un tren de vuelta a París. Por último, protagoniza un curioso y movido trayecto en taxi camino al aeropuerto de Orly. En su viaje, Kerouac se encuentra y conversa con bastante fluidez con gran número de franceses. Pero poco a poco comienza a sentir un enorme desencanto hacia Francia (o al menos hacia la idea preestablecida que tenía del país) sobre todo cuando su investigación genealógica se ve obstaculizada por incompetentes bibliotecarios; desilusión que se acrecienta todavía más debido al rudo y brusco trato que recibe por parte de los diferentes personajes con los que se va encontrando a lo largo del viaje, aunque reconoce también que esta falta de comunicación está relacionada en parte con las diferencias culturales o las confusiones idiomáticas.

Por eso, Kerouac siente que el momento más feliz se produce durante el trayecto en taxi ya que muy pronto estará de regreso a su casa en Florida.

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Opinión:

Satori en París intenta ser una suerte de crónica “paleta” y gamberra de un breve viaje a Francia, narrada en primera persona por un escritor yanqui bastante garrulo también llamado Jack Kerouac. Pero aunque sea el propio Kerouac quien se refiera a sí mismo de ese modo, lo cierto es que su garrulismo parece más una pose que otra cosa. A lo largo de la narración son bastante frecuentes los momentos en los que el escritor demuestra poseer un enorme bagaje cultural, manifestado principalmente en la gran cantidad de autores, novelas, personajes literarios, ensayos… a los que hace referencia.

Aunque en los primeros capítulos Kerouac nos cuenta cómo la idea de escribir sobre su viaje nació a raíz de un "Satori" (es decir, a una suerte de impulso repentino inspirado por el recuerdo de un taxista) esto se queda finalmente en una mera anécdota que no parece tener demasiada relación con los acontecimientos descritos por el autor en capítulos posteriores. De hecho, no vuelve a sacar el tema hasta la última página y sin profundizar demasiado, por cumplir con el personal y punto. Por lo tanto el presunto alumbramiento interior se me antoja como una excusa más bien caprichosa y, por qué no, algo irónica, más que nada porque el viaje no parece servirle a Kerouac de mucho, (es decir, que no tiene nada de iniciático) ni parece que el autor extraiga ninguna enseñanza del mismo. Es cierto que su búsqueda tiene un sentido y una finalidad: él intenta encontrar su identidad a través del reencuentro con sus propias raíces, pero al final parece que incluso esto le da bastante igual, sobre todo cuando comprende que se trata de una tarea tan imposible como inútil.

Tampoco se nos regalan descripciones detalladas de los escenarios en los cuales transcurre la acción: aeropuertos, estaciones de tren, pequeñas localidades, ciudades, cafés, bibliotecas… sino que están ahí sin más. Para bien o para mal, esta novela no tiene nada que ver con cualquier otro libro de viajes que hayan leído anteriormente.

Satori en París, por lo tanto, la viví en todo momento como una colección de “aventuras” de un turista norteamericano en Francia, algo divertidas en ocasiones pero bastante intrascendentes también y sin demasiado trasfondo ni doble lectura. No cabe duda que todo esto puede ser interpretado como una marca de estilo del autor pero confieso que la mayor parte de las peripecias de Kerouac no consiguieron trasmitirme casi nada.

Sin embargo, el gusto por su parte de caricaturizar a los diversos personajes con los que se va topando a lo largo de su singladura sí que me resultó de lo más estimulante y me regaló momentos realmente divertidos y geniales.

Enlazando inmediatamente con lo anterior me motivó también mucho el hecho de que la mayor parte de los sucesos que protagoniza están íntimamente ligados a sus episodios de embriaguez profunda. El mejor momento, en ese sentido, se produce cuando entra en la casa de una familia francesa que lleva el mismo nombre que su madre (Lebris) y con la excusa de consultar su árbol genealógico da buena cuenta de una botella de coñac. Pero su alcoholismo no tiene nada de poético, dramático o sórdido, sino que más bien es su estado natural y con esa misma naturalidad se aborda a lo largo de la narración. Su garrulismo viene provocado más bien, pienso yo, por ese permanente estado de embriaguez que por que sea un paleto integral, que más bien no.

Pero lo que sin duda más me estimuló fue la posibilidad del viaje ficticio. Pienso que Kerouac efectivamente viajó a Francia pero tengo la impresión de que la mayor parte de las cosas que cuenta no sucedieron así exactamente, que las conversaciones que mantuvo con los lugareños seguro que no se desarrollaron tal y como las describe en el libro y que los personajes con los que se encuentra están descritos de manera distorsionada o muy exagerada; todo ello con total intencionalidad. A partir del viaje real Jack Kerouac inventa el viaje ficticio, una divertida auto-ficción cuyo principal placer debemos encontrarlo en el modo en como está contada la historia y no tanto en el contenido, que pienso no tiene demasiado. De todos modos, hasta en eso hay excepciones:

Da igual lo enriquecedores que lleguen a ser el arte y la cultura porque sin compasión no sirven para nada. Toda la hermosura de los tapices, los paisajes, la gente: no valen nada si no hay compasión. Los poetas del intelecto son mera decoración si carecen de gentileza y caridad

Amén.

Joseph B Macgregor

Frases de esta opinión pueden utilizarse libremente en otros medios para promoción del libro, siempre que no se varíe y se mencionen al autor de la misma y al medio anikaentrelibros.com

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