Sangre de barro

Opinión:

Antes de leer "Sangre de barro" no tenía ni idea de hasta qué punto el deporte profesional está podrido, de lo extendido que está el tema del dopaje (no se libra ni el apuntador), de lo complejo que resulta, del grandísimo negocio que hay detrás y de lo difícil que es controlarlo e incluso confirmar las sospechas de que existe dopaje, ya que es casi imposible de detectar. Maribel Medina no solo lo explica al detalle, pero sin pasarse a la hora de dar la información, sino que lo narra desde varios puntos de vista.

Tenemos tres personajes clave en dos hilos diferenciados. El primer hilo es el que corresponde a Janik. Tiene una relación no directa con la investigación, pero nos muestra algo que me parece bastante relevante para comprender y empatizar con un punto de vista crucial: el dilema frente al que se encuentra un deportista profesional cuando alcanza su límite. En ese momento, tiene que decidir entre ponerse en igualdad de condiciones con los demás mediante el dopaje (ya que todos lo hacen) o conservar sus principios éticos, quedarse estancado en su carrera y perderlo todo. Y es que el deportista es el que se pone en la peor situación, sin quedarle más opción que doparse, siendo también prácticamente el único perjudicado si le pillan.

El segundo hilo corresponde a la investigación en sí, con dos personajes principales: la forense Laura, que ha decidido ser madre soltera y someterse a un tratamiento de fertilidad, y el agente Thomas, que tiene que enfrentarse a su pasado desde el momento en que tiene que ayudar a su novia de la adolescencia a repatriar el cadáver de su hija. La subtrama del deseo de tener hijos de Laura me ha sobrado, no tanto la parte de Thomas, que por otro lado no me ha caído muy bien, porque tiene cierta relación con el caso.

Aunque tiene excesivas descripciones que me parecieron innecesarias, están bastante bien escritas y logré encontrarles su encanto. Además, el ritmo no está nada mal y es ágil, aunque al final todo se acelera en demasía, como si la autora no supiera cómo cerrar y lo hiciera de cualquier manera, lo que no puede sino bajar mi valoración general de un libro que, sin embargo, merece la pena leer aunque solo sea por lo interesante y actual que es su temática.

Déborah F. Muñoz