sadístico, esperpéntico e incluso metafísico
Título: sadístico, esperpéntico e incluso metafísico
Título Original: (sadístic, esperpèntic i àdhuc metafísic, 1976)
Autor: Terenci Moix
Editorial:
Berenice
Copyright: © Terenci Moix, 1976
© Berenice, 2011
Traducción de Juan Bonilla
1ª Edición, Octubre 2011
ISBN: 9788496756960
Etiquetas:
autores
contemporánea
dictadura
drama
dramática
dramático
época franquista
erótica
erotismo
escritores
españoles
franquismo
hispanos
literatura española
literatura hispana
mayores de 18 años
religión
Argumento:
Premio Joan Estelrich 1976
Joan Manuel Forcadella es un joven de familia bien obsesionado por el dolor, lo efímero de la belleza, hijo de una generación que ha crecido a base de traumas y presiones sociales. El día que Joan Manuel decide dar rienda suelta a sus pasiones se adentrará en un mundo que terminará por convertirse en su particular descenso a los infiernos, un descenso en el que el apuesto y enigmático Canalazzo jugará un papel determinante.
Opinión:
Si alguien en nuestro país ha hecho del erotismo arte y bandera, de la provocación deleite, y del esperpento expresión de vida, ha sido Terenci Moix. Hoy, ocho años después de su muerte y treinta y cinco desde su primera y única aparición en catalán, podemos disfrutar de una de las mejores obras de este escritor; como no podía ser de otra manera el placer es inmenso.
“Sadístico, esperpéntico e incluso metafísico” forma parte del ciclo de novelas testimoniales que Moix cultivó entre los años 60 y 70, si bien no alcanza las cotas de escándalo, provocación y erotismo que consiguiera con “El sexo de los Ángeles”, es una historia que contiene todos y cada uno de los elementos del, probablemente, autor más iconoclasta de la España contemporánea: estamos ante una obra 100% Terenci.
La búsqueda de la belleza, la libertad, la perfección y el éxtasis por parte del protagonista, un antihéroe clásico en la literatura del autor, son la excusa idónea para que el escritor realice una brutal crítica a la exacerbada, opresora y traumática educación marcada por la religiosidad bajo el régimen franquista, y a la burguesía catalana en pleno apogeo nacionalista. Una sociedad poseedora de una doble moral asfixiante, capaz de cotillear sin reparos del prójimo mientras en su casa los esqueletos apenas tienen ya cabida en los armarios, temas que ya tratara en “El Sadismo de nuestra infancia” pero que en esta ocasión intentan ser superados y realizados en un acto de erotismo casi metafísico. Todos estos elementos son los que obligan a Joan Manuel a llevar una vida poco ortodoxa para los cánones de la época; esa extrema religiosidad planta en él la idea de que el dolor y el placer son sólo uno, que los mitos han de ser reflejados en la vida real tal y como se plasmaron en los libros, sacando como conclusión que la destrucción es belleza y el martirio de los santos el culmen de la expresión sexual. A todo esto ha llevado la represión franquista, a crear seres insatisfechos en constante búsqueda de una realidad distorsionada, fugitivos vagando entre dos mundos, personas como Joan Manuel que se convierten en inadaptados con una ficción como única forma de vida que, al querer traspasarla al plano real, desemboca en tragedia.
El protagonista se debate siempre entre las elogiosas vidas de los mártires cristianos, los dioses paganos y la fascinación irremediable que ejerce el mal –transformado aquí en conocimiento carnal del propio cuerpo y del de otros-, ya que está convencido de que ambas cosas pueden ser la contraria bajo un conseguido disfraz. Es por eso que encuentra en Canalazzo el sujeto ideal para cumplir sus fantasías; el italiano representa para él el misterio, la emoción, la oportunidad de vivir fuera de las normas establecidas, el objeto perfecto para llevar a la realidad todos esos mitos canallas que adora desde la niñez. Será el mismo hombre el que le haga abrir los ojos al mundo que le rodean, aquel en que los mitos son sólo eso, que no pueden transformarse en experiencia vívida. Al darse cuenta de que sus mitos se tambalean, su vida se derrumba sumiéndolo en la más absoluta desgracia pero a Joan Manuel no le importa en demasía, ese camino hacia la autodestrucción es el acto supremo de belleza que estaba buscando, aunque después de ello sólo quede el vacío más absoluto y la soledad más dolorosa que antes de emprender tan largo camino. Joan Manuel es una versión distorsionada del Dorian Gray de Oscar Wilde, sólo que él pagará en sus carnes todo experimento que ansía realizar y, a lo largo de toda la obra, veremos cómo Terenci Moix se transforma en Lord Byron, en Pier Paolo Pasolini, en nuestro particular Marqués de Sade, hay mucho de los tres en una narración que busca el placer a través del dolor físico y espiritual, la liberación por medio de un sadismo autoinflingido como pocas veces se ha visto.
Todo esto en el envoltorio característico del que un día fue considerado L´enfant terrible de la literatura española, con su estilo narrativo ágil, con una afilada lengua punzante en todo momento, usando delicada prosa poética en ocasiones y, en otras, larguísimas frases subordinadas cargadas de complejas metáforas y descripciones, haciendo gala con toda intención de un barroquismo a tono con el carácter del personaje.
“Sadístico, esperpéntico e incluso metafísico” es un relato mordaz y caustico sobre traumas heredados, la expresión más transgresora del latiente erotismo de una España que aún a día de hoy no parece saber curarse sus heridas, un acto sublime de liberación maldita. Es también el relato que nos deja con el mismo vacío que a Joan Manuel cuando descubrimos que acabamos de leer por última vez algo nuevo salido del ingenio de Terenci Moix, una muestra más de que lo efímero es sumamente hermoso.
Patricia Rubiera
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