Rojo alma, negro sombra

Opinión:

Conozco a Ismael Martínez Biurrun desde hace tiempo y ya con su primera obra: "Infierno nevado", publicada por Equipo Sirius, presagiaba muy buenas maneras. Lenguaje sutil, textos sobresalientes, personajes poderosos… todo ello, bien combinado, creaba una atmósfera histórica-terrorífica con fuertes connotaciones lovecrafianas.

Hoy, después de leer "Rojo alma, negro sombra" tengo la sensación de que Ismael ha evolucionado hacia una literatura más intimista, con un lenguaje aún más sutil, enriquecido de bellas metáforas. Ismael, en su propio blog, definió la novela como un psycothriller que perfectamente podría estar en la órbita de "El sexto sentido". Yo no soy muy amigo de poner etiquetas a los libros, pues las historias siempre beben de aquí y de allá, y existen suficientes elementos fusionados para imposibilitar la suscripción de la novela a un género o a otro, como más tarde veremos, pero sí que es cierto que el terror (o mejor definámoslo como suspense, pues "Rojo alma, negro sombra" es una novela limpia, sin elementos bizarros o macabros) sigue la estela de las producciones sobrenaturales de M. Night Shamalayan, aunque sin esos espacios en blanco que el director de Pondicherry suele derramar en sus películas.

"Rojo alma, negro sombra" es una historia de vidas cruzadas. Elías destapa una vorágine de terrores adormecidos cuando desentierra una carta escrita por una tal Isla y, sin darse cuenta, se traga una avispa que lo arrastra hasta el borde de la muerte. A partir de ese momento, nuestro protagonista se verá obligado a trabajar de vigilante nocturno en un viejo almacén de máquinas, mientras extraños demonios con forma de sombras emergen entre los vértices de su vida y lo abocan a una búsqueda desesperada.

Pero los mayores horrores de "Rojo alma, negro sombra", paradójicamente, no provienen del mundo sobrenatural, si no de los que arrastran los personajes secundarios: Génesis, un adolescente rebelde con aspiraciones de grafitero, y Berta, una mujer que trata de rehacer su vida con su hijo David mientras es acosada por su exmarido, un maltratador en potencia.

La historia de Guillermo, su amor hacia el arte, el deseo de destacar mediante un oficio que inevitablemente conlleva el fracaso en una sociedad mediatizada como la nuestra, es notable y enriquece la novela. Pero permítanme detenerme en Berta y David, pues es en ellos donde subyace el terror más primigenio y devastador -por desgracia, un terror que cohabita en nuestro mundo y está más próximo que cualquiera de los fantasmas que atribulan a Elías-, y donde "Rojo alma, negro sombra" alcanza un realismo absorbente. Obviamente, estamos hablando de la violencia de género. Ismael demuestra que es capaz de crear una novela realista desde la fantasía más delirante. Berta es real como la vida misma. Una mujer con instintos mitigados -y pisoteados, y vapuleados, y humillados-, que vive en un refugio unipersonal que se llama David, y que es el fruto de un matrimonio desventurado con un ¡¡Cazador de tormentas!!. Berta vive con una maleta en la puerta y con la ansiedad atrincherada en el corazón: David es su único late motive, sin embargo, no por ello niega su faceta profesional -uno de los lazos recurrentes que más tarde empleará el autor para conectarla a los otros secundarios de la novela- o su faceta más femenina. "Rojo alma, negro sombra" es un retrato crudo y sin concesiones de la violencia de género y los avatares que tiene que superar una mujer por reencontrar la paz interior y seguir adelante con su vida. Un esmerado díptico que el escritor borda con maestría psicoanalista.

La novela, por supuesto, está llena de curiosidades: desde el empleo metafórico de la avispa como desencadenante argumental hasta la utilización de los Beatles como mesiánicos profetas de los demonios que se arrastran entre página y página.

"Rojo alma, negro sombra" es una novela piramidal. Una novela con muchas historias que se entrecruzan, más o menos soslayadamente, y que conducen a un final inevitable… o a múltiples finales inevitables. Para muchos, este libro supondrá el descubrimiento de un nuevo escritor. Para mí, en cambio, es la constatación de que Ismael ha venido a esto de las letras para quedarse, sólo necesita a alguien que continúe depositando confianza en él.

Una novela que dignifica el género de terror y lo traslada a ambientes realistas que atrapará a todo tipo de público. No la dejen pasar. Seguro que les dejará satisfecho.

David Mateo