Largo camino hacia Zuni pueblo

Opinión:

"Largo camino hacia Zuni Pueblo" es la segunda novela de Álber Vázquez que aborda las guerras hispano-apaches del siglo XVIII, publicada también por Inédita Editores.

En esta nueva aventura, el autor retoma a algunos de los personajes de su anterior trabajo, especialmente al alférez José María Sosa. En esta ocasión la acción se desarrolla fuera de la relativa seguridad del presidio de Tucson (entiéndase presidio como asentamiento de colonos con guarnición de soldados), pues el alférez es puesto al mando de cuatro dragones que deben acompañar a una pequeña caravana de colonos hacia su nuevo destino: Zuni Pueblo.

Álber Vázquez destila una ironía y un cinismo a la hora de presentar personajes y situaciones casi tan correosos como el carácter de los duros soldados destinados allí. Su lenguaje mordaz e inquisitivo es ya una seña de identidad, al menos en estas novelas.

Como siempre, el autor ha llevado a cabo una encomiable labor de investigación de la época y la geografía, y mientras acompañamos a los colonos vamos conociendo también el entorno en el que se mueven y la imagen que tenían aquellas personas sobre los indios, muy alejada del halo de santidad que parecen haber adquirido en los últimos años. Aquí los apaches son un pueblo belicoso al que los españoles mantienen dominado gracias a un aguardiente que los sume en una borrachera perpetua. No obstante, cuanto más se alejan de la seguridad del presidio de Tucson, menor es la influencia que tienen sobre ellos, hasta encontrarse con guerreros feroces y sedientos de sangre. Esa visión de los españoles hacia los apaches es uno de los rasgos más interesantes de la novela, pues el autor no escatima pensamientos o ideas que, aunque hoy puedan parecer políticamente incorrectos, casan muy bien con la época en cuestión y con la vida cotidiana de aquellas gentes.

El lector acompaña a Sosa, a los soldados y a los colonos en un viaje peligroso y de final incierto, en el que los enfrentamientos con los indios parecen estar asegurados, por mucho que su superior insista en que están pacificados.

Una de las cosas que más llaman la atención es el respeto casi reverencial que los colonos profesan a los dragones, hombres duros donde los haya, magníficamente perfilados y desarrollados.

La prosa directa y cómplice con la que Álber Vázquez se dirige al lector consigue que éste participe de la aventura, que sienta el miedo, la sed, el hambre y el dolor, y el insoportable calor que acompaña todas sus jornadas. No se ahorra episodios escabrosos ni situaciones límite, utilizándolas con gran maestría para ilustrar una época precaria y llena de peligros. Una historia que consigue transmitirnos toda la crudeza de la vida de aquellos primeros colonos del sur de los Estados Unidos.

Pilar Alonso Márquez