Divergente. Trilogía Divergente 1

Opinión:

Anika Lillo

Saber qué es la divergencia, o saber qué es ser divergente, debería ser algo que descubra el lector mientras lee el libro, así como descubrir qué facción elige. No obstante es bastante obvio que si la chica se cría en Abnegación (donde viven los altruistas) y elige algo que hará que su vida sufra un cambio radical, sólo hay una facción que le de sentido a esto, y esa es Osadía. La opción de Veronica Roth ha sido inteligente porque ha convertido a una especie de niña insignificante aunque con inquietudes, en un arma poderosa. El proceso es largo, de ahí que la novela no pueda ser corta, y esto también es acertado, de lo contrario habría sido bastante increíble su conversión.

Abnegación, Osadía, Erudición, Verdad y Cordialidad es la forma que tiene Chicago (sólo se nombra esta ciudad, de modo que desconocemos qué pasa en el resto del mundo, al menos en la novela, aunque suponemos que ocurrirá lo mismo en todas las ciudades) de no repetir los errores del pasado. El gobierno se lo ceden a los abnegados, que jamás harán nada contra los demás, y de esta forma tratan de convivir en armonía. Pero ¿es esto posible en el ser humano, acostumbrado a crear guerras, inventar bulos, envidiar a los demás…? Mientras Beatrice, reconvertida en Tris en su nueva vida, pasa las pruebas en Osadía para averiguar si es admitida o rechazada, algo estará ocurriendo que crea tensión entre algunas facciones. Alguien mueve los hilos y tiene un plan, y ella, mientras tanto, mantienen dos luchas: permanecer en Osadía a base de palizas y horrores, y no contarle al mundo su mayor secreto, pues la pondría en peligro.

Al mismo tiempo se enamora, recuerda a su familia e intenta superar a los más "osados" para no quedarse con los abandonados. Todo esto está fenomenal porque Veronica Roth no ha creado a una súper chica, guapa a rabiar, alta y delgada, si no una chica bastante pequeñita, poco llamativa, de esas que suelen pasar desapercibidas, y le ha dado unas cuantas palizas antes de conseguir que se supere a sí misma y se convierta en esa luchadora que comentaba en el argumento. Eso sí, como ya nos tiene acostumbrados el cine, en pantalla no han respetado su altura, su tamaño, ese que la hacía tan especial, y, sorprendentemente, a Christina, que es alta, la han hecho bajita, y a Tris más alta que ella ¡horror! No son las únicas variaciones de la peli pero sigamos con el libro…)

Puede que sea un libro juvenil, pero es un crossover en plena regla, o sea que nos gusta a los adultos (y muy adultos) si nos gusta la originalidad. Que haya un romance juvenil no es de extrañar, de hecho es algo obvio prácticamente en toda la literatura juvenil actual, pero no es el leit motiv de "Divergente". Aquí, al margen de que los jóvenes cambien de facción llevándose con ellos la forma en que les han educado con la obligación de que deben olvidarla para reconvertirse, se cuenta otra historia mucho más actual. ¿Ciencia ficción? Sólo en parte: las conspiraciones por hacerse con el poder, la marginación social, las dictaduras o democracias falsas, todo eso sale. Igualito que el mundo en que vivimos. Tan sólo añaden unas gotas de ciencia ficción y una historia ambiental muy original, pero podremos reconocer perfectamente cosas del mundo que vivimos.

La recomiendo absolutamente como en su día hice con "Los juegos del hambre" de Suzanne Collins, porque es una nueva forma de literatura juvenil donde han sabido reinventarse. Es como volver a la época en que salió "Farenheit 451" y sorprendió a todo el mundo porque los bomberos, en vez de apagar fuegos, los quemaban. En "Divergente" la autora también ha sabido sorprendernos con su red de clanes y su ambiente a medio camino entre la realidad y la ficción más extraña.

Anika Lillo

Patricia Rubiera

El auge de las novelas distópicas en la literatura juvenil en los últimos 6 ó 7 años es innegable, historias como "Los Juegos del Hambre" de Suzanne Collins, o "El corredor del laberinto" de James Dashner nos muestran que los jóvenes prefieren libros con inquietudes que les muevan a cambiar el mundo y en las que el Final Feliz y la historia amable casi no tienen cabida. No es una tendencia nueva: "1984" de Orwell, "Fahrenheit 451" de Bradbury, y "Un mundo feliz" de Huxley se desarrollaban en escenarios distópicos con la dominación, la opresión y la anulación del individuo como argumento central. "Divergente" se une a esta corriente conteniendo una gran complejidad y problemática que hace que la etiqueta LIJ se le quede pequeña, razón también por las que muchas de estas novelas son devoradas por un sector adulto carente de complejos.

"Divergente" es el excepcional debut de Veronica Roth que recrea un mundo supuestamente ideal en el que las facciones son el medio para alcanzar la paz y equilibrio universales; sin embargo tras eso se esconde el ansia por controlar y anular al individuo con la idea de, en última instancia, usarlo para los fines de un puñado de megalómanos con reminiscencias fascistas. En este escenario la divergencia es sumamente peligrosa, Tris posee esta característica ya que tiene cualidades del resto de facciones y el hecho de que pueda ser inteligente, valiente, sincera, pacífica y altruista cuando la ocasión lo requiere la convierte en una potencial amenaza para todos los que quieren alcanzar el poder y tiranizar a los ciudadanos. En la sociedad real la lógica nos dice que la divergencia sería el perfecto equilibrio para lograr la armonía, en "Divergente" se vive en extremos que impiden el pleno desarrollo de la persona, un escenario gris y brutal contra el que sólo cabe la rebelión, ya que el progreso y la evolución de una nación sólo se puede lograr a base de matices y de toma de decisiones encontradas. Entonces, ¿por qué es peligroso ser divergente?, simplemente porque significa libertad del individuo y ejercer nuestro libre albedrío, requiere pensar sin condicionamientos adquiridos y eso contraviene los planes de cualquier gobierno dictatorial que se precie. En esta dicotomía se encuentra Cuatro, el instructor de Tris, que se debate entre ejercer un puesto de poder que le repele, u optar por hacer lo que se entiende por lo correcto, aquello para lo que él y el resto de la humanidad han sido aleccionados desde la cuna; esto provoca una amargura en el personaje que le transforma en héroe a su pesar y en instrumento de destrucción si la ocasión lo pide.

La novela tiene una estructura casi perfecta, partiendo de la sumisión y la lealtad, llegando luego a la lucha de clases, para acabar provocando la revuelta necesaria con el fin de lograr cierta autonomía del ser humano, todo ello sin notas discordantes ni metáforas existencialistas lo que hace que el escenario de "Divergente" pueda ser en realidad cualquier ciudad del mundo en el 2012. El ritmo narrativo es extremadamente ágil, abundante en diálogos que nos describen una sociedad totalitaria presidida por el miedo, y en el que el lenguaje de cada personaje muestra a la perfección de qué facción proceden originariamente; la parquedad y exactitud a la hora de describir el entorno y no adelantarse a los acontecimientos, consiguen atrapar al lector desde el arranque de una historia en la que los protagonistas evolucionan ante nuestros ojos como consecuencia natural de la opresión a la que se ven sometidos.

Si esto es lo que se entiende por literatura juvenil, supuestamente ligera y para un público -teóricamente- fácil de complacer, se puede decir sin problemas que "Divergente" está llamada a suceder en el Olimpo de las distopías a "Los Juegos del Hambre". El perfecto ejemplo, por un lado, de que nuestra historia más reciente tiene visos de convertirse en nuestro futuro más cercano y, por otro, el porqué tanta gente que hemos dejado los quince años atrás reconocemos que leemos este tipo de literatura: mientras algo nos haga pensar y nos lleve a reaccionar no importa la edad, el problema viene cuando sólo la literatura juvenil se encarga de ello pensando, equívocamente, que los adultos estamos apoltronados viendo la vida pasar. Si como yo o miles de personas en el planeta no te gusta lo que se vislumbra, "Divergente" es la historia que plasma la revolución necesaria. Fantástica.

Patricia Rubiera