Recuerdos socráticos & Aesthetica in nuce

Opinión:

De vez en cuanto, como por milagro, surgen autores clásicos que uno había pasado por alto. En esta ocasión, se trata de J. G. Hamann, que había recibido la atención y los elogios de sus contemporáneos -con buenas críticas por parte de Hegel, Herder o Mendelsson- y el enaltecimiento por parte de Isaiah Berlin. No obstante, Hamann quedó relegado al ámbito alemán y hasta hace muy poco era un autor desconocido e inaccesible en español. Hasta esta bella y lograda edición de Hermida Editores.

El primer gran éxito de Hamann fue "Recuerdos socráticos", una pequeña obra en la que rechaza la filosofía kantiana para abrazar las ideas de David Hume, según el cual hay que anteponer la fe a la razón. Esta razón se encuentre representada en la dedicatoria a Kant y a Berens, sus dos amigos más racionalistas, contra los que arremete mediante la figura de Sócrates. Y es que este filósofo griego, para Hamann, representa el ideal de la filosofía: es aquel que hace de la ignorancia su fuente de sabiduría. Por esto mismo, el autor repasa la biografía del griego para incidir en todo aquello que pueda reforzar esa filosofía y, finalmente, lo enaltece ya no solo como filósofo, sino como profeta -en un sentido cristiano- en el cual se identifica.

La otra obra que incluye este volumen es de un estilo más difícil, debido sobre todo al caos de J. G. Hamann al expresar sus ideas. En "Aesthetica in nuce" pretende analizar el valor del análisis filosófico aplicado al arte. Mediante constantes citas y referencias a autores clásicos de todas las épocas -y, sobre todo, a la Biblia-, Hamann desarrolla una especie de culto por la imagen, concebida en tanto que unidad mínima de nuestra expresión y pensamiento. Partiendo de esta premisa, se desarrolla toda una filosofía en torno al lenguaje y al conocimiento simbólico que, cómo no, incluye una sublime reflexión sobre la poesía.

Si bien dicho así puede parecer interesante, hay que avisar de que las obras de J. G. Hamann no son para todos. Se trata de una escritura rebelde, muy rebuscada, repleta de referencias, paradojas e imágenes que dificultan la comprensión del texto. Es un libro que recomendaría, especialmente, a lectores habituados a leer filosofía.

Darío Luque