Recóndita armonía

Opinión:

Marina Mayoral ha creado una serie de personajes de bastante entidad entre los que sobresalen, como parece lógico, las figuras de las dos protagonistas de la novela: Blanca y Helena. Sin embargo, creo, que el resto no son en absoluto de segunda fila, sino que son determinantes en el relato y su presencia no obedece a una necesidad de llenar huecos.

Este es, precisamente, el primer aspecto que me ha llamado la atención; la evidente consistencia y credibilidad de los personajes porque son como el lector cree que tienen que ser. A veces responden a un planteamiento que puede parecer tópico, esto es cierto, pero siempre actúan como se espera y, es más, como se desea, que lo hagan una vez que se les va conociendo.

En esto, no se apartan en absoluto de lo que suele ser la vida normal y corriente de cada uno de nosotros. Por supuesto que de entre ellos, algunos como Don Atilano, el obispo izquierdista y Germán, el médico, brillan a gran altura y, desde luego Marina Mayoral, ha creado dos de sus mejores personajes.

Por centrarme en las dos protagonistas, nos describe a una burguesa gallega, con todos los defectos inherentes a su especie o, si se prefiere, a su clase social. Es caprichosa, con cierta tendencia a mandar y se cree con el derecho de decir las cosas tal como piensa sin reparar en las consecuencias que esto puede tener. En algunos momentos llega a ser un personaje profundamente egoísta que resulta antipático.

Tiene algo de unamuniano porque está obsesionada con la idea de pasar a la posteridad, de ser eterna, de vencer a la muerte, lo que significa que a veces, por ese deseo, hace cosas que pueden, y de hecho algunas son, heroicas. Otras son sencillamente una necesidad imperiosa de satisfacer su ego, su incoherencia.

Su antagonista sería Blanca, la chica huérfana de condición humilde, que es "acogida" por Helena y su familia y que acaba convirtiéndose en el "alter ego" de la burguesita, de forma que, a veces, parece que ésta quería ser precisamente la otra y viceversa.

La novela está dividida en tres partes perfectamente definidas; la primera que es la mejor, en mi opinión, esta muy bien estructurada, con un relato que no cae en su interés que presenta las cuestiones con seriedad sin concesiones a la galería. Empieza en el momento en que ambas chicas se conocen el colegio y finaliza con su llegada a Madrid para estudiar en la Universidad. Aparece entonces el personaje más siniestro de la novela.

En este momento, inexplicablemente el relato entre en una fase de cierto decaimiento como si el personaje que entra en escena que, curiosamente descompone la vida de las dos protagonistas, también se hubiera apoderado la voluntad de la autora hasta sustituirla por la suya. Se apodera del relato y lo rebaja según su propia condición. Se trata del típico machista, engreído y canallesco.

La tercera, que transcurre durante la guerra y la dictadura de Franco, de nuevo retoma bastante la verosimilitud y el buen tono de la primera, aunque sin llegar a la gran calidad de la primera parte. Da la impresión, quizá intencionada de que las protagonistas han sufrido una metamorfosis insuperable. No son ya ellas mismas. Se han contagiado. Pese a eso, el argumento, recupera bastante el interés para el lector que se ve forzado a llegar hasta el final, donde de nuevo, la fuerza de la narración es equiparable al inicio.

En resumen un buen relato, con una parte central que resulta algo decepcionante quizá por ser demasiado larga y con alguna carga de profundidad que resulta excesiva. A pesar de eso, ya digo, es una buena novela que se deja leer sin problemas.

Txema