Putas de Babilonia

Opinión:

Para comenzar decir que cuando un escritor es inglés, se nota. Tienen un matiz especial como las películas de misma procedencia que nada más verlas sabes que han sido rodadas por y para ingleses. Con sus libros pasa igual, tienen un tacto especial que sin mirar la procedencia del autor sabrías decir que es de la ínsula anglosajona. Me pasó con Tolkien y también con Lewis ("Las Crónicas de Narnia"). Watson no es la excepción.

La novela que nos ocupa nació curiosamente de un artículo que leyó el autor a la edad de trece años que decía que en la antigua ciudad de Babilonia, hasta las mujeres más ricas y poderosas debían venderse como meretrices en el Templo de Isthar al menos, una vez en la vida. Ha sido un descubrimiento bastante reciente, pues desconocía este dato. Y me ha parecido de lo más curioso.

La novela tiene una trama trepidante que no te deja respirar ni un segundo con sosiego, pues a los protagonistas les pasa casi de todo en todas las páginas prácticamente corriendo las mil y una aventuras (y desventuras), la tensión sexual entre Deborah y Alex se puede cortar con un cuchillo y desde que éste descubre un objeto que no debería existir, su vida corre peligro. Además de que ocurren cosas muy extrañas en la nueva/antigua babilonia, y es que parece ser que todos los que viven allí o están allí durante demasiado tiempo, se olvidan que están en el siglo XXI. La historia se vuelve más y más complicada hasta que se ha de comenzar a desmarañar.

No es para nada un libro denso o aburrido, no da tiempo al hastío entre sus páginas. Su velocidad de vértigo hace que te fumes el libro sin apenas darte cuenta aunque te pasen las horas y amanezcas con él en las manos (que me ha ocurrido), una historia que te atrae como un poderoso imán y que no puedes dejar (ni hacer nada más) que leer hasta terminarlo. Aunque quizá a las personas que no sean amantes de la literatura inglesa, lo encuentren un poco pastoso al principio, pero una vez solventado ese problema, el rodaje comienza a girar cada vez más deprisa atrapando al lector.

Aída Albiar