Pequeño hablante

Opinión:

Con "Pequeño hablante", Andrés Neuman (1977) explora un subgénero muy bien recibido por los lectores: el de los libros dedicados a un hijo. Este argentino afincado desde su adolescencia en España se dirige a su hijo en voz tierna, poética -hablamos del ganador de premios como el Hiperión o Antonio Carvajal-, estructurando el conjunto en capítulos que no suelen ir más allá de un par de párrafos. Con la obra, Neuman hace pasar por el filtro de su universo literario la experiencia de la crianza. El volumen es de alguna forma complementario a su entrega de 2022, Umbilical. Si en el libro anterior se ocupaba del futuro, el "qué será" desde el momento de la gestación, con "Pequeño hablante" continúa la senda en la vida del recién nacido, describiendo el camino compartido de los primeros aprendizajes.

Alternando el narrador en tercera y segunda persona, en el volumen predomina la observación. Muchos de los capítulos nos descubren momentos domésticos concretos: «Inspeccionas los libros de nuestra biblioteca», «Son bonitos los árboles, sí, sí», «Empujas cuanto objeto sea cómplice.» También abundan las confesiones personales dirigidas al crío: «Eres tan bello, hijo, que me aturdes.», «Te me quedaste inmóvil en los brazos, sin apoyar siquiera la cabeza.» y están especialmente afinados  los pasajes en los que asistimos al deslumbramiento progresivo de aprendizajes del niño. De esta forma, leyendo cada uno de los párrafos e hilando su conjunto, el lector obtiene la sensación de la flor que se abre ante nuestros ojos. Cada hecho, en la prosa de Neuman, tiene la magia del descubrimiento. Esto ocurre porque el libro da vía a ese intento eterno de los escritores por mostrarnos cuestiones mundanas, triviales incluso, pero escritas de manera que parezcan nuevas.

El uso del lenguaje en el libro es peculiar, pues a lo largo de la narración Andrés Neuman reproduce lo que se conoce en el mundo anglosajón como baby talk, ese lenguaje reducido en el que hablamos a los pequeños. Escribe como se le habla a un niño. Con ello consigue dotar de credibilidad al discurso, hacerlo aún más doméstico y privado. Durante la lectura tenemos la sensación de que estamos ante ese instante paternal, familiar, entrañable. Hay reafirmaciones constantes del rol de padre: «Fui más tu padre hoy que otras mañanas.», que dotan al texto de calidez e ilusión.

Libro que todos aquellos lectores con memoria de la crianza, por pasión por la etapa de educación de un hijo, pueden disfrutar en la tierna, cándida sencillez de lo que en él se declara.

Rafael Ruiz Pleguezuelos