Peluquería y letras

Opinión:

No es posible abandonar la media sonrisa, incluso abandonarse a la carcajada, en esta fantástica experiencia de letras y peluquería digna de la mejor astracanada.

La proverbial calidad narrativa de Villalobos somete en esta obra al lector a una experiencia tan grata como simpática. Raudales de fina ironía para una historia que podría ser radicalmente cotidiana que sin embargo resulta apasionante en la pluma de Villalobos.

Un constante asalto de fina inteligencia, una animada crónica de suaves excesos tolerados en un baile constante de silencios camuflados, medias verdades, apuradas situaciones y emergencias suplidas con más voluntad que acierto. Con un ritmo sin tregua para el lector, que se entrega arrobado por ese endemoniado encadenamiento de agitadas situaciones, arrastrado al hilo narrativo por culpa de la habilidad del autor, que hace del vértigo del protagonista una brillante excusa para atar al lector sin resuello ni margen para el respiro.

Villalobos es un creador extraordinario, preciso, que siempre ofrece una extraordinaria fluidez en la narración, sin atajos ni oportunismos tan habituales en muchas narraciones contemporáneas, con una personalidad creativa calidad absolutamente original y honesta. Con una mirada distinta, que hace de lo frívolo material para la reflexión, que consigue de las instituciones civiles, como la familia o el matrimonio, un ecosistema de emociones y equilibrios vitales, o, al menos, da pie para su deconstrucción con literatura de alto voltaje.

En una sociedad alérgica al conflicto, al menos a su reconocimiento, Villalobos lo presenta como un instrumento imprescindible para describir la existencia, como una palanca que permite abrir esa caja sellada donde se ocultan las verdades que la sociedad rehúye o de las que reniega, con lo cotidiano como una excusa perfecta para trascender la apariencia, para ver lo que no se ve, para mostrar lo que tapa la superficie, la apariencia, esa realidad en el margen que en realidad es el centro de la verdadera escena.

Letras y peluquería, peluquería y letras, da igual, porque ese juego, esa provocación, emite una señal de lo que anticipa, esa circunstancia contingente a la vuelta de la esquina que no es más que el resultado esperable del que se detiene a observar ese lúcido instante en el devenir de los días para comprender de qué se trata esto de la vida.

Una obra que se hace tan corta que somete al lector a un desasosiego imperdonable, ojalá Villalobos nos ofrezca más de su literatura más pronto que tarde, con esta obra nos deja extremadamente sedientos a la espera de su próximo libro, que seguro volverá a seducirnos a sus más devotos lectores. Por ahora hay que conformarse con esta magnífica "Peluquería y letras".

Jorge Riet