Patria

Opinión:

Adentrarse en "Patria", de Fernando Aramburu, es como aventurarse a pasear por las calles de San Sebastián un día de lluvia plomiza e incesante. Los escasos rayos de sol que se cuelan entre los nubarrones no sirven para despejar el ánimo gris que inunda sus páginas y que, sin embargo, no llega a tener la fuerza de un chaparrón que te obliga a dejar cualquier empeño de seguir adelante.

"Patria" es la historia de un país dividido por la violencia, por la falta de diálogo y la cerrazón. Es una historia de encuentros y pérdidas que dejan tras de sí una existencia siempre incompleta, doliente. Es una historia de un conflicto en el que no hubo vencedores. Es el retrato de un país asolado por el miedo y jaleado por los millones de cómplices silenciosos que condenaron dos veces a las víctimas de la barbarie: una, cuando las señalaron como tales y las convirtieron en objetivos; la otra, cuando los vecinos, los más cercanos, les dieron la espalda por miedo. Es también la historia de una juventud a la que le robaron el futuro. Una generación marcada por la pérdida y encarnada en la novela por los hijos de los dos matrimonios.

La lectura de la última novela de Aramburu es ágil en cuanto que su prosa es fluida y su discurso constante. Y es también una losa a la que hay que enfrentarse sabiendo que te removerá por dentro y te mostrará un espejo en el que no siempre es fácil mirarse. Porque no podrás evitar mirar hacia atrás, y hacia dentro, y preguntarte qué hiciste tú, qué habrías hecho enfrentada a una encrucijada como la que separa a Bitori y Miren. 

Son estas dos mujeres las protagonistas absolutas de una novela plagada de secundarios necesarios: desde el cura o el carnicero hasta el poeta bilbaíno pareja de uno de los hijos de Miren. Nunca las víctimas más fácilmente reconocibles, ni los verdugos. Dos mujeres fuertes, sólidas, capaces de cargar con el peso de la pena, del dolor y el remordimiento. Dos mujeres que no son nunca fáciles, y que en ocasiones se asemejan a gotas de agua en el desagrado que producen al lector. Aunque siempre puedas entender la lógica detrás de cada una de sus palabras, de cada una de sus acciones. Y es esta misma capacidad de convertirlas en seres casi odiosos donde reside una de las mayores virtudes de la novela: la de no señalar vencedores y vencidos, virtuosos y equivocados. Porque sobre eso ya hay cientos de libros y este no quiere hablar del conflicto, sino de las secuelas que dejó en gentes tan normales e insulsas como tú y como yo.

"Patria" es un necesario ejercicio de introspección y estudio, un necesario instrumento para intentar reconciliarnos con una parte de nuestra historia que ha dejado cicatrices visibles e invisibles.

María Martín