Paradox 13

Opinión:

El planteamiento de "Paradox 13" me pareció bastante interesante: un mundo en el que de pronto desaparecen todos los humanos y animales salvo unos pocos, que tienen que arreglárselas para sobrevivir en una ciudad que se degrada con rapidez y que no para de sufrir desastres naturales. Hasta ahí todo genial, la ambientación muy lograda, una situación compleja... Las explicaciones sobre el fenómeno se dan con cuentagotas y resultan forzadas y al borde del sinsentido pero, aun así, podemos aceptar la premisa como excusa para contar una gran historia.

El problema es que no hay una gran historia y es por culpa de que, además de haber mucho relleno innecesario, no aparecen grandes personajes. Estos no pueden ser más planos y sosos, no los sientes como humanos y no te puedes meter en su pellejo. Vale que la cultura japonesa no sea del todo como la nuestra, que tiendan a ser más fríos y excesivamente corteses, pero en una situación como esa resulta desconcertante que apenas reaccionen y que, incluso cuando las cosas empiezan a ir terriblemente mal y se enteran de algo muy fuerte (que yo ya me veía venir, por cierto), se comporten de una forma tan... suave. Los diálogos son forzados y sin gracia, nada en ellos me resultó creíble, y las decisiones que toman (en especial en lo relativo a la supervivencia: a veces no hacían cosas que eran de puro sentido común) son simplemente estúpidas y sin sentido en muchas ocasiones. Desde ir al hospital una primera vez y no aprovisionarse de algo tan básico como medicamentos para la fiebre hasta que algún personaje haga algo aberrante y los demás se pongan a debatir sobre si el acto es malvado cuando el mundo ya no es el que era. Porque, esa es otra, Keigo Higashino se empeña en plagar el libro de reflexiones filosóficas y la poca acción que hay es predecible. Ni siquiera la incorporación de un mafioso al grupo consigue que haya tensión, o interés, en las relaciones entre los supervivientes.

En definitiva, una historia con mucho potencial y buena ambientación que se pierde gracias a muchas páginas de relleno y a unos personajes vacíos cuyas interactuaciones resultaban sin interés, con los que no se podía empatizar.

Déborah F. Muñoz