pandemonium

Opinión:

¿Qué es más doloroso, vivir sin que el amor exista, o vivir habiéndolo experimentado y posteriormente perdido a esa persona para siempre? Probablemente la segunda opción ya que nunca sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, al menos esa es la idea central de la segunda entrega de la saga distópica “Delirium”.

Si algo queda claro es el gusto de la autora por las metáforas y las paradojas porque “Pandemonium”, al igual que su predecesora, es una sucesión de unas y otras. Metafóricas son las muertes y renacimientos espirituales que Lena parece experimentar en una vorágine de sentimientos que no tienen fin, como si todo aquello que deseaba, poder amar, sentir, odiar, se convirtiera en una pesadilla para ella lo que es paradójico a todas luces, como también lo es que en la Tierra Salvaje no se muevan por fines más altruistas, mostrándonos unos seres tan egoístas o más que aquellos que la protagonista dejó atrás. Todo esto podría haber llevado a la contradicción argumental pero Lauren Oliver ha sabido pisar un terreno tan pantanoso con sumo cuidado y salir indemne de él al convertir la historia en una pura lucha de contrarios.

En esta ocasión sí tenemos personificación del enemigo, el juego consiste en saber quién es en realidad ya que parece que muchos personajes no son más que lobos con piel de corderos pero todo es producto de las elecciones de cada persona. En cierto modo no han mantenido su capacidad para amar, el rencor, la amargura de ser expulsados de esa especie de tierra prometida que suponía la cura, les ha dotado más para odiar profundamente a aquellos que les han arrebatado a su familia y amigos, una vida que pasa a ser tan incompleta como la de los que han sido curados de los deliria porque ambas son igual de antinaturales. Probablemente no hay nada que no se pueda achacar al ser humano que nunca está contento con lo que tiene dando así razón a los fanáticos de la ASD (América Sin Deliria), y dejando una leve insinuación en el aire: ¿de verdad es tan horrible anular ciertos aspectos de la personalidad cuando los contrarios a ello se comportan casi igual que bestias? Esta dualidad soterrada se mueve por toda la historia dándonos a entender que hace falta el equilibrio, que en el medio de ambos extremos está la solución pero que ni unos ni otros serán capaces de llegar a un acuerdo.

Con todo Lena no es un personaje amargado, está desengañada sí, pero aún confía en la integridad del ser humano y se centra en salvar a la persona que termina por convertirse en todos los seres queridos que ha dejado por el camino, se ha convertido en una idealista forzosa que no encuentra bálsamo para sus heridas emocionales.

Todos los personajes de la historia han tenido un pasado traumático y como en el dicho lo que no te mata te hace fuerte, se han fortalecido pero sólo externamente, han creado una capa de corazas inmensa para que nadie pueda llegar al centro de su dolor, el corazón en el que guardan todas y cada una de las heridas que el amor, en sus diversas facetas, les ha infligido. Como consecuencia de ello veremos que en los momentos de debilidad es cuando sale a flote su humanidad quedando tan expuesta que nos hará preguntarnos si todo eso merece la pena, cómo después de haber sufrido en sus carnes el dolor agudo de tantas pérdidas están convencidos de que es lo mejor para la raza humana. No existe una única respuesta, en la mayoría de los casos es simplemente para que tengan la opción de elegir pero en otros es por el placer que les causa ver sufrir al enemigo sin caer en la cuenta que los del otro lado de la alambrada ni sienten ni padecen.

Bajo una historia llena de acción y de momentos tensos se encuentra un grito desesperado hacia nuestra sociedad, un grito que nos dice que no somos títeres en manos de nadie, que si nos lo proponemos podemos enfrentarnos a todo aquello que nos es impuesto en beneficio de otros pocos, parece que tienen que recordarnos que nuestra vida nos pertenece porque nos comportamos como si nos diera igual. Esta idea se refuerza con las páginas finales que preparan una tercera parte que se adivina interesantísima y que nos dice claramente que no todo está perdido que hay cosas que suceden como el amor, aparecen cuando no las estás buscando.

Cuando no hay nada que perder porque se ha perdido hace mucho tiempo, cuando el fuego, el caos y la destrucción son la única manera de llevar justicia a la tierra, el infierno se desata y en el centro de ese “Pandemonium” es cuando tendremos que decidir si merece la pena luchar por vivir un solo minuto de felicidad y recordarlo en los momentos de tristeza, solamente conociendo lo segundo podremos valorar en justicia lo primero.

Patricia Rubiera