Ofrenda a la tormenta. Trilogía del Baztán 3

Opinión:

En las trilogías suele ocurrir que los mejores títulos son los primeros y los terceros, unos porque abren la historia y los otro porque las cierran, pero en la trilogía del Baztán los tres son indiscutiblemente buenos, interesantes e intrigantes. Los casos avanzan, se bifurcan, se retoman, se descubren nuevas cosas que vienen de viejas historias, se entrelazan… Eso hace que a pesar de que parezca que Amaia investigue tres cosas distintas, esté llevando a cabo desde el tomo 1 hasta el volumen 3 un mismo caso que no podrá finalizar hasta la resolución de todo. ¡Y qué final!

En este volumen resurgen los secretos. Los tiene Amaia, los tiene Flora, los tienen sus compañeros de la Policía Foral, el juez Markina, los investigados, hasta el Vaticano… Todo esto hace que sea imposible abandonar su lectura. En mi caso, en vez de devorar el libro de golpe he leído pausadamente para disfrutarlo más, para que me durara un poco más, porque sabía que me estaba acercando al final y no me apetecía nada llegar a ese momento.

Dolores Redondo ha conseguido con La trilogía del Baztán que nos imbuyamos en una historia que tiene de todo (amor, secretos, acción, asesinatos, psicópatas, sectas, mentiras, peligros…) y que le cojamos tanto cariño que nos cueste despedirnos de ella.

En "Ofrenda a la tormenta" se podría decir que no ha dejado ni un hilo suelto, excepto -quizás- esa última llamada del agente Dupree. Esa última línea indica que es posible que Amaia Salazar vuelva, aunque sea en otro lugar, quizás, o con otro caso.

En todo caso el final del libro es brutal: descubrimientos, decepciones, confesiones, asesinatos y ese dejar atrás la imagen de una Amaia destrozada que no puedes evitar querer ya. No obstante tendremos tiempo para las ofrendas a Inguma, los bebés asesinados, la secta de la que ya nos daban pistas desde el inicio de la trilogía, el estado familiar de Amaia, y sabremos qué pasó con Rosario entre otras cosas. Es cierto que el argumento es bastante obvio, que nos resulta extremadamente fácil saber que bebés y sectas van de la mano (e incluso, quizá, quién se esconde detrás de todo, pero eso sólo los más avispados), que no nos va a sorprender lo que leamos en ese sentido, pero Dolores Redondo se guarda un par de ases en la manga para que todo no sea previsible, aunque su fuerte, su verdadero fuerte, está en una historia bien argumentada, bien hilada y unos personajes perfectamente perfilados. En ese caso no se puede pedir más.

Gracias y enhorabuena, Dolores.

Anika Lillo