Oceanografía

Opinión:

"Este no es un libro de pensamiento, sino de comprensión", anuncia Mircea Eliade al comienzo de "Oceanografía". Con este aviso, que justifica a lo largo de un interesante prólogo, el filósofo rumano intenta zafarse del rigor y de la lógica que sus lectores más fieles esperarían de una obra suya, a inspiración de ensayos tan importantes como "El mito del eterno retorno" (1949), "Lo sagrado y lo profano: naturaleza de la religión" (1956) o los tres volúmenes de "Historia de las creencias y las ideas religiosas" (1985). Él mismo afirma que lo único que pueden esperar de estas páginas es un ejercicio de 'oceanografía', es decir, un examen de los problemas más minúsculos de la vida humana, aquellos que, por ser tan sencillos, nadie toma en consideración. No en vano, Eliade ya había publicado un detallado artículo desglosando este concepto; allí consideraba que el subconsciente no es la verdadera oscuridad del ser humano, sino que son los actos más sencillos, en sus automatismos, los que ocultan y esconden las fórmulas más inexplicables de la humanidad.

El primer artículo del volumen es un ejemplo perfecto de análisis oceanográfico: en él, Mircea Eliade reflexiona sobre lo ridículo como resorte filosófico de la vida eterna, en contraste con la seriedad y la perfección, que caracteriza como elementos caducos. Sus ejemplos de lo ridículo son incuestionables: Jesús, don Quijote y Gandhi, tres hombres inmortales para la historia, que fueron incomprendidos entre sus allegados. Precisamente sobre la comprensión trata otro texto, en el que el filósofo cuestiona la profundidad de los grandes acontecimientos y se alía con Unamuno para ensalzar lo intrahistórico como resorte de la historia. En otro texto, Eliade vincula la eternidad con el arte literario y filosófico de la divagación, y pone como ejemplo a su máximo exponente, "Tristram Shandy" de Sterne.

No en vano, a lo largo de "Oceanografía" aparecen de forma recurrentes numerosas lecturas de Mircea Eliade, que le sirven para reflexionar sobre esos sencillos aspectos que intenta cuestionarse. De esta forma, toma la reescritura unamuniana del Quijote como punto de partida para rechazar la inspiración que se nutre de otra literatura, y más tarde recurre a Calderón de la Barca para hablar sobre el 'bovarismo' y la vida concebida como espejismo o simulación. En otro momento recurre a "Manhattan Transfer" de John Dos Passos para discurrir sobre la psicología de los personajes y su veracidad en la novela, pero también incluye referencias menos conocidas para los lectores contemporáneos, como estudios sobre los dioses védicos del doctor Rele.

Conforme avanzan las páginas de "Oceanografía", son cada vez más dispares los temas que toma Mircea Eliade como objeto de su análisis oceanográfico: escribe brevemente sobre la moda masculina, nos ofrece su sagaz diferenciación de lo que él llama 'hombres y mujeres superiores', cataloga la 'mentalidad masónica' y reflexiona también sobre temas universales como la soltería, la vejez, la sinceridad y la alegría. Hacia el final, los lectores encontrarán también unos curiosos ejercicios espirituales (al más puro estilo de Ignacio de Loyola), poco antes de las "Cinco cartas a un provinciano", donde intenta dar respuesta a algunas de las dudas e inquietudes que un lector podría tener respecto a su disciplina filosófica. Al final del volumen, Eliade ofrece también una amplia recopilación de fragmentos, procedentes de diarios de juventud. 

Darío Luque