Nunca es tarde

Opinión:

Esta nueva novela de Jerónimo Tristante supone un cambio radical en la presentación de sus historias, pues de las exitosas aventuras del detective decimonónico Victor Ros (que incluso saltó a la pequeña pantalla en forma de serie televisiva con varias temporadas emitidas), este autor da un salto en el tiempo, e incluso en el estilo, para situar en los tiempos actuales hechos, tramas y personajes, si bien continúa con el trasfondo policíaco y criminal que tantos éxitos le ha proporcionado.

La obra tiene dos hilos argumentales bien definidos: El primero es el de los crímenes en sí (tanto los del pasado, aparentemente resueltos en 1.973, como los del presente, que siguen las mismas pautas que los anteriores), que Isabel y Enar investigan colaborando con la Policía. Este hilo argumental contiene varias pequeñas subtramas relacionadas con la historia de las personas que van interviniendo (hasta el punto de que la mayoría de los capítulos tienen como título el nombre del personaje al que se refieren.

El segundo hilo argumental es el relacionado con la situación personal de Isabel Amat, la protagonista, su crisis matrimonial y la válvula de escape que le supone la aventura de investigar los crímenes que se van sucediendo. Todo lo que ocurre en la primera de las tramas alimenta en la segunda el que Isabel encuentre una esperanza de vida feliz donde antes sólo veía un camino oscuro y monótono. El hecho de que la elaboración de un álbum familiar se convierta en una trepidante investigación criminal parece una metáfora que acaba demostrando que nunca hay que perder la esperanza de superar los baches de la vida, por profundos que sean, pues siempre se abren nuevas posibilidades que pueden estar esperando a la vuelta de cualquier esquina.

En cuanto al estilo, éste me parece totalmente cinematográfico, pues las situaciones que se exponen al lector estan tratadas de una forma muy visual e incluso a veces parece que estamos ante un guión de cine o de televisión, mundo este último con el que Jerónimo Tristante está ya más que familiarizado (con muy buenos resultados, por cierto).

Tengo que decir que el cambio que "Nunca es Tarde" supone en la producción literaria de Tristante, me parece positivo, pues demuestra el buen hacer del autor y su versatilidad a la hora de contar historias, ya estén éstas ambientadas en una época o en otra. No es la primera vez que Jerónimo Tristante explora, con éxito, otros tiempos y ambientes (me viene a la cabeza su novela "1969", por ejemplo).

"Nunca es tarde" convencerá, por tanto, no sólo a los seguidores incondicionales de este autor y su Victor Ros (al que, por cierto, incluso hace un simpático guiño en un momento de la novela), sino también a otros más atraídos por temas y situaciones más actuales. Y no sólo les convencerá, sino que les atrapará con esa sucesión alternada de momentos vitales e íntimos y situaciones espectaculares y trepidantes. Muy destacable me parece la forma en que el autor describe los increíbles parajes naturales donde la historia transcurre, hasta el punto de que el lector puede visualizarlos en toda su grandeza, lo que hace que la novela sea, a mi modo de ver, una magnífica candidata a brindar a Tristante un nuevo salto a las pantallas.

Todo lo anteriormente expuesto, es la causa de que "Nunca es tarde" haya obtenido el XLIX Premio de Novela Ateneo de Sevilla, prestigioso galardón concedido merecidamente a Jerónimo Tristante en 2.017. Ello añade a una muy buena obra la importancia de un gran premio que conlleva una gran difusión de la misma, paralelamente a la magnífica edición y la cuidadísima presentación a que nos tiene acostumbrados la editorial Algaida.

Miguel Ángel León Asuero