Nos crecen los enanos

Opinión:

"Nos crecen los enanos" sucede tres años después que "Astillas en la piel", tras el confinamiento. Aunque se puede leer de forma independiente (yo misma no he leído el anterior), sí que es recomendable haber leído "Astillas en la piel", ya que nos presenta una situación que viene de ese y los personajes se contextualizan ahí. Esto último creo que es clave especialmente en el desarrollo del asesino, el único cuyas partes están escritas en primera persona.

En cualquier caso, muchos de los personajes tienen aparición en otros libros anteriores, como Sara Robles o Ramiro Sancho, así que es interesante conocer la trayectoria previa del autor.

La pareja investigadora de inicio es Bittor y Sara, que están teniendo una aventura, aunque pronto se une Ramiro, que también tuvo algo con ella, la cual sigue sintiendo esa atracción. Y es que el único rasgo diferenciador de la investigadora es su adicción al sexo, algo que se presenta de una forma un tanto negativa. En general, parece que la intención es hacerla odiosa, aunque no veo por qué hay que hacerlo a través de su comportamiento sexual, que en un personaje masculino pasaría desapercibido. El caso es que ese triángulo traerá consecuencias para la trama y para el arco evolutivo de Sara.

La novela comienza "Dentro de veinticuatro días" cuando la psicóloga que ha estado asesorando para una supuesta documentación se da cuenta de que es posible que su asesorado se esté intentando comprender a sí mismo y no a un personaje ficticio. Desde ese momento, se va a la casilla de salida, aunque cada cierto tiempo regresamos a esos días después, que van siendo menos conforme avanza la trama, para entender aspectos psicológicos del asesino.

Este no tiene ningún escrúpulo y empieza a experimentar, aunque pronto sus impulsos se le van de las manos y empieza a cometer errores que desembocan en una escalada de violencia por su parte (César Pérez Gellida no se corta a la hora de mostrar escenas sádicas). No obstante, va un paso por delante de los investigadores, lo que hace que encontremos varias sorpresas y giros inesperados.

La puesta en escena es también muy interesante, literaria y metaliterariamente hablando. El libro está estructurado en capítulos, cada uno con un encabezado relacionado con el circo que en algún momento se menciona en el capítulo. También es destacable el juego literario de enlazar los puntos de vista empezando la frase del nuevo punto de vista con la frase final del anterior. Y, por supuesto, esa mezcla difusa de realidad y ficción.

En definitiva, es un libro muy ameno y lleno de sorpresas, no apto para gente sensible aunque muy interesante a nivel literario, que se disfruta mucho.

Déborah F. Muñoz