No tocar. Antología de terror

Opinión:

En "No tocar" encontramos una antología de autores sobradamente contrastados, varios con extensa obra propia, otros habituales en este tipo de convocatorias. En este caso, la antología versa sobre los objetos malditos, esos que siempre han estado ahí, esperando ser descubiertos y poseídos para ejercer su influencia sobre quien se atreva, consciente o inconscientemente, a interactuar con ellos.

Hace no mucho hice una reseña de la editorial La Pastilla Roja sobre el mismo tema; en aquella le ponía la pega de que en algunos relatos se forzaba en demasía la situación, ya fuera en un intento por salirse del tópico, rebuscando en exceso en los posibles objetos, o forzando la funcionalidad de estos en detrimento de la "suspensión de incredulidad"; pues bien, en esta que nos ocupa en estos momentos, ocurre algo parecido; hay relatos que se centran adecuadamente en lo que entraría en la "lógica" de objetos malditos, pero otros que fuerzan más lo que sería dicho objeto o, en otros casos, la función (y por tanto la trama) que desempeñan en la historia. Esto, para mí, desequilibra un poco la antología; no tiene nada que ver, sin embargo, que el "objeto" elegido no entre dentro de lo que esperaríamos, con la calidad del cuento; igualmente, relatos con objetos que claramente identificaríamos con la temática de la antología, a veces han sido forzados en la trama de la historia.

Vuelvo a decir, para mí ha quedado, por eso, un poco desequilibrada (como le pasó, a "Bueno, Bonito… ¡Maldito!", de La Pastilla Roja). Pero eso no quiere decir que no sea buena, ni que la mayoría de relatos no se ajusten a la premisa de la antología; solo que, para mí, algunos muy buenos relatos no se han ajustado del todo a la propuesta, y otros que sí lo hacen, tal vez fuercen un poco la trama. Pero son minoría, la mayoría (casi todos) se ajustan al tema, y son buenos relatos, e incluso los que no acaban de ajustarse, son también muy buenos. Pero tal vez todo sea una apreciación mía, y el resto de lectores encontrarán adecuada la selección de objetos, y su funcionalidad en el relato en el que se encuentran. Ya digo, los relatos son buenos, e incluso algunos muy buenos; que yo aprecie una cierta "forzadura" en algunos de ellos, o que no acaben de entrar en lo que yo creo que es la antología, no debe de ser razón para no leerlos; en ese caso, nos perderíamos una muy buena "recopilación de relatos con un denominador común", de autores ampliamente conocidos y reconocidos, tanto por sus obras personales (novelas o recopilaciones de relatos), como por su participación en otros ejercicios de este estilo.

Cuenta con un prólogo de Santiago Eximeno y está compuesta por los siguientes relatos:

• Ángel oscuro, de Ana Morán Infiesta
• Cuando el destino nos alcance, de José Ignacio Becerril Polo
• El hedonista, de Fernando Lafuente
• El secreto del abuelo, de Carlos L. Hernando
• En otra vida, de Sergio Macías García
• La brújula, de José María Pérez Hernández
• La llamada del mal, de Luis Ager Alcaraz
• Percha burlona, de Roberto Malo
• Perdedor, de José Francisco Solís
• Podrá meter sus sueños dentro, de Diana Muñiz
• Quiero ser, de Juan José Hidalgo Díaz
• Sin salirse de la raya, de José Manuel Fernández Aguilera
• Te daría mi alma, de Virginia Pérez de la Puente
• Y la puta hizo sonar la flauta… por casualidad, de Carolina Pastor Jordá

Encontraremos coches "fantasmas", amuletos con intensa historia a sus espaldas, objetos cotidianos que vengan a su anterior propietario, ídolos diabólicos con inmenso poder, relojes de arena que desgranan los segundos de vida de su propietario, monedas que siempre caen en la misma cara, brújulas que guian hasta la escena del delito… hay humor, homenaje, terror, fantasía oscura, parodia, crítica social, historia… Y, evidentemente, cada autor nos da una muestra de su estilo de escritura,  que es lo interesante de este tipo de propuestas.

En definitiva, como vengo diciendo, una buena antología, de autores contrastados, sobre los objetos que, escondidos, o a la vista de todo el mundo, esperan a un incauto que se adueñe de ellos, para dar comienzo a la maldición.

J. Javier Arnau