no hay perro que viva tanto

Opinión:

Desde que conocí a Francisco Balbuena, gracias a su última novela El alcalde del crimen, me he enganchado a su inteligente forma de escribir. Francisco es un autor que puede moldear las palabras como si fueran plastilina y hacer con ellas todo lo que desee.
 
En esta ocasión me ha sorprendido con una novela escrita en formato twitter. Todo el libro está narrado con párrafos cortos y contundentes y de una extensión máxima de 140 caracteres, lo que permite la red social en cada uno de sus posts. Si fuera un género anterior a la era de Internet podríamos decir que se trata de una especie de diario con frases cortas salpicado de pensamientos y escrito en la forma en que se mueve un cerebro enfermo.
 
No hay perro que viva tanto está escrita en primera persona, desde el punto de vista de Andros Amador, o su alter ego el policía Andrés Ballester, que en palabras de una de sus amantes en la novela es un “machista, un racista, un canalla, un criminal, un cochino, un borracho, un humillador… […] Pero también era un hombre encantador, divertido, fibrado y muy guapo, generoso, atento…” (pág. 173). Y el autor sabe cómo mostrarnos todas esas aparentes incongruencias en el carácter de su protagonista.
 
Lo difícil de una obra escrita en primera persona es que todo pasa por el tamiz del que narra, en este caso el personaje principal, y no es nada sencillo que puede describirse a sí mismo. Sin embargo, el autor sabe manejar las situaciones y los momentos para conseguir que vayamos conociendo poco a poco a este policía que, aun no siendo un dechado de virtudes, se nos clava hondo en el corazón.
 
De cualquier forma, parece ser una de las características en la forma habitual de escribir de Francisco ya que consigue que el lector visualice a todos los personajes con pequeñas y contundentes frases como “la vieja es una garrapata de lujo”, refiriéndose a una anciana que toca un organillo, u otras similares que podremos encontrar a lo largo de la obra.
 
El texto también está salpicado de frases geniales no sólo planteadas como cuestiones para resolver en el Twitter, sino también como pequeñas preguntas, a veces sentencias, que se quedarán vibrando dentro del lector. Sirvan como ejemplos: “¿Si sólo Dios aprieta, quién nos ahoga?” o “¿No es la vida un cúmulo de casualidades, mientras que la muerte resulta un puñado de conjeturas?”.
 
La obra es una novela cerrada en sí misma, escrita por y para ella, que no ofrece ningún flanco al lector. Pareciera como si fuese la única en el mundo que no necesitara de lectores para ser por ella misma una novela. Lo que me lleva a plantearme una cuestión, muy al estilo twittero (y siguiendo la idiosincrasia del libro): ¿Las novelas que lees son novelas porque las lees o son novelas porque pueden ser leídas? 
 
No hay perro que viva tanto es un libro inteligente, escrito por un autor inteligente que, por obligación, ha de encontrar lectores inteligentes.
 
Gemma Nieto