No era a esto a lo que veníamos

Opinión:

María Bastarós nos sorprende con trece relatos de atmósferas asfixiantes: el desierto de los Monegros, la erosión de las Bardenas, las carreteras abandonadas, los polígonos industriales... Espacios que marcan un camino hacia los márgenes o hacia el delirio, y donde los personajes y sus deseos se encuentran casi siempre con el reverso de lo que buscan.

Cuando la rutina y la cotidianeidad se pervierten y se contaminan con el odio y la irracionalidad, los ambientes hogareños se transforman en verdaderos infiernos donde las familias sufren en forma descarnada las consecuencias de la maldad sin límites. De todo esto nos hablará María Bastarós con su "No era esto a lo que veníamos". Y, por supuesto, los hechos luctuosos aquí descritos no hacen sino abonar al título del libro.

Pasaremos por todos los conflictos de la niñez y adolescencia, y también de la adultez: hijos que huyen y abandonan a sus familias; familias desmembradas e irrecuperables, mujeres que sufrirán la violencia más cruel por parte de sus parejas. Seremos testigos de cómo vidas en apariencia perfectas acaban arruinadas al subvertirse el orden natural por la aparición gradual de un horror malsano e inexplicable. La maldad estará presente también en lugares físicos y concretos, como polígonos industriales que rezuman una brea negra como la muerte, bosques vivientes y anhelantes habitados por una naturaleza, una flora y una fauna sádica y descontrolada, y edificios que son la representación palmaria de las pesadillas más insólitas y desconcertantes.

La autora hará mucho hincapié en la cuestión de género y la presencia de la mujer en toda la obra, del género femenino como víctima propiciatoria, será muy fuerte y constante. Aquí las mujeres, ya sean niñas o adolescentes, deberán aprender de la desgracia y luchar por mantener en pie su propio territorio, cuidándose mucho de no caer en las múltiples telas de araña que aparecerán por el camino. Protegiéndose, en definitiva, de no ser devoradas por la violencia.

Habrá dramas familiares, conflictos de identidad, denuncia social y una crítica descarnada al actual sistema de vida en las urbes, en detrimento de la naturaleza. Ni siquiera la propia familia será la que dé a nuestras protagonistas la seguridad que tanto necesitan, mientras Bastarós se empeña, con éxito rotundo, en hacernos dudar de todo y de todos, y en mostrarnos que en definitiva no hay seguridad para nadie: tomamos las decisiones que creemos correctas y pagamos el precio.

Cuentos de transformación y deseo, personajes atrapados en un cuerpo que no sienten propio, esclavos de trabajos que no pueden abandonar o presos de sus familias, son algunos de los temas universales y actuales que la autora repasará con mucho acierto y buen juicio, mostrando un respeto hacia sus personajes que en más de una ocasión nos causará emoción.

Son historias duras, historias dentro de historias diarias, reales, durísimas, de esas que podemos encontrar a la vuelta de la esquina. Porque como ya sabemos, la realidad siempre supera a la ficción.

Muy recomendado.

Violeta Lila