No apagues la luz
Título: No apagues la luz
Título Original: (N'éteins pas la lumière, 2014)
Autor: Bernard Minier
Editorial:
Salamandra
Colección: Black Salamandra
Copyright:
© XO Éditions, 2014
© Ediciones Salamandra, 2015
Traducción: Dolors GallartEdición: 1ª Edición: Septiembre 2015
ISBN: 9788416237074
Tapa: Blanda
Etiquetas: psicópatas detectives género negro policiaca literatura francesa novela suicidios thriller acoso Toulouse comandante Martin Servaz
Nº de páginas: 576
Argumento:
Desde que recibió el corazón de Marianne dentro de una caja de cartón, cortesía del psicópata Julian Hirtmann, el comandante Martin Servaz ha permanecido en un centro para policías con problemas, intentando seguir adelante, sobreponerse a los acontecimientos, pero le cuesta. Hasta que un día recibe un sobre con una llave de una habitación de hotel. Pronto descubrirá que, un año atrás, una artista se suicidó en esa misma habitación, de forma brutal.
Al mismo tiempo, la periodista radiofónica Christine Steinmeyer recibe en el buzón de su casa una carta anónima la noche de Navidad, donde una mujer anuncia que se va a suicidar. Y la persona que la ha dejado allí empieza a acosarla, convirtiendo, a pasos de gigante, la vida de Christine en una pesadilla.
Poco a poco, Servaz tendrá que dejar de lado sus fantasmas y enfrentarse a un enigma donde nada es lo que parece, mientras Christine, por su parte, se debate entre la salida fácil y la lucha, entre abandonar o comprender las sombras del pasado, para plantar cara a las del presente. Pero, ¿podrán evitar el final trágico que anuncian las óperas que van sonando a cada paso?
Opinión:
Inés Macpherson
¿Qué tiene el frío que parece sentarle tan bien a la novela negra? ¿Será quizás el color blanco de la nieve, donde la sangre y las pisadas destacan más que en cualquier otro lugar? ¿O será que juega con ese gesto de encogerse que uno tiene ante el invierno… y ante el miedo? Es cierto que la novela negra no entra dentro del género de terror, pero también es cierto que, tras leer las primeras páginas de "No apagues la luz", no sabes si estás ante un género u otro, porque las imágenes que Minier expone están llenas de angustia: nos rodea la oscuridad, la nieve, la sangre, los lobos y la soledad. Una soledad paralizante como el dolor de la escena que se dibuja al otro lado de la puerta que abre Servaz. Un inicio impactante, sin lugar a dudas, sobre todo para aquellos que, como es mi caso, no habíamos leído los títulos previos del autor y no sabíamos a qué nos estábamos enfrentando.
Y con una pesadilla como esa, Bernard Minier da inicio a una novela donde encontraremos otras pesadillas, otros infiernos personales que se expanden y se contraen, que tocan a otros y que nos tocan también a nosotros. Para ello, Minier utiliza dos puntos de vista principales, los de Christine Steinmeyer, la periodista radiofónica, y Martin Servaz, el comandante de baja desde que recibiera el corazón de Marianne. Con la primera, nos va mostrando cómo el acoso puede ir minando la fortaleza de una persona hasta llevarla al borde de la locura, cómo se puede destruir una vida sin tan siquiera tocarla. Con el segundo, nos muestra el peso de los fantasmas del pasado, pero también la capacidad de ver más allá de lo que todo el mundo ve. Y es que Servaz, ante el descubrimiento del suicidio de una artista, no se deja convencer. Pregunta, indaga y se deja llevar por el resbaladizo terreno de la mentira y la manipulación.
Para convertir la trama en un todo más complejo, Minier añade otras voces, otros personajes que nos ofrecen su punto de vista. De esa manera, se teje una tela de araña densa, donde se dosifican las distintas versiones, donde los acontecimientos avanzan de forma paralela, pero en direcciones distintas hasta que se encuentran. Y como si la trama en sí misma no fuera suficiente, el autor también ofrece datos, información sobre los temas que se tratan, para que comprendamos el terreno que pisamos y todos sus recovecos, todas sus sombras y todas sus bifurcaciones. A cada capítulo, descubrimos algo nuevo, pero no solo sobre la historia en sí, sino sobre los personajes, que se dibujan y desdibujan para confundirnos, para demostrarnos que nadie es bueno o malo, que todos estamos formados por un sinfín de grises, que todos tenemos una necesidad, una obsesión o un interruptor que nos puede apagar, o encender, que nos puede empujar a las profundidades, pero que nos puede enseñar a caminar por ellas.
Y todo esto lo hace el autor con una prosa elegante, limpia y descriptiva, acompañado de la música de Mahler y las trágicas óperas que van salpicando las páginas, otorgando una atmósfera extrañamente bella y poética a la locura y la desgracia que se anuncian. Las escenas se suceden con precisión, creando dudas en el lector, alentándole a creer que tiene la respuesta para luego engañarle de nuevo, desnudando la psicología de los personajes a cuentagotas, para que queramos adelantarnos y probar suerte. Pero la suerte no tiene sitio en este libro. Es un engranaje sólido y bien llevado, que demuestra que la novela negra puede provenir de muchos lugares, cada una con su estilo, pero con la clara intención de atraparnos en sus redes.
Anika Lillo
Los comentarios de los demás me crearon muchas expectativas con esta novela. Creo que no seré tan generosa como Inés en su reseña porque a pesar de haber leído finalmente con fruición la novela (y esto es reseñable y positivo para con ella), hubo un aspecto que me produjo rechazo inicial: la protagonista. Al ser ella el motivo principal por el cual ocurre todo, su actitud me pareció absurda. Vale que el autor lo ha hecho en favor de la trama -algo que ocurre también al final-, pero hay que tener cuidado con qué se hace y cómo se hace, al menos con gente como yo (y no soy una lectora especial). La actitud de Christine, la chica, es increíble: con sus propios actos, respuestas y silencios se hace la sospechosa, y luego no entiende por qué nadie la cree. Para mí esto es el gran fallo -o lo que personalmente menos me ha gustado- de la novela.
Cuando aceptas ya que Christine mete la pata continuamente -y en su contra-, el resto de la novela es muy atrayente. Acercándote a mitad de la novela es probable que ya tengas nombres de culpables (o sea, quién le está haciendo esto a Christine) porque hay motivos o personalidades consecuentes con esos actos terroríficos, pero es posible que al final te lleves una sorpresa. Esto se debe a las trampas de Bernard Minier, porque sí, las utiliza durante la novela, en particular la que provoca el broche final.
Mejora para mí muy avanzada la historia, cuando ponen al límite a Christine (quien haya leído el libro: para cuando ella está en un hotel con su perro y es visitada), y tiene un final totalmente cinematográfico, por lo que lo literario queda nuevamente en segundo plano a favor de la trama.
Son muchas páginas, y me he leído la novela con bastante calma, al menos hasta llegar a las últimas en las que ya necesitaba saber el final -como con cualquier obra-.
Por supuesto que recomiendo la novela, pero teniendo muy en cuenta que os puede pasar como a mí, por lo que es buena idea saber que Christine no os parecerá la chica más inteligente del mundo. Sabiéndolo de antemano os gustará mucho más la novela.
Foto homenaje
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