Nihilismo y acción

Opinión:

Savater acierta cuando arranca su texto con esa cita de Brecht, en la que este afirmaba que las ideas reinantes son las ideas de los que reinan. Porque esa aguda afirmación permite contextualizar su obra y por tanto alejar sin temor el riesgo de observar el natural envejecimiento de un texto escrito al principio de la carrera de este filósofo español.

Dejando al margen ideas o referencias propias de una época ya pasada, en este libro se gotean preguntas que no han perdido ni su oportunidad ni vigencia, dado que el progreso ya no forma parte de la convicción insuperable de la humanidad, y por tanto, las dudas que tal fe proveía han resultado razonablemente certeras. Es evidente que las referencias a las esperanzadoras disidencias del bloque comunista de los países del este, el movimiento hippy, las expectativas que despertaban la tríada universidad-religión-revolución, entre otros movimientos "alternativos", resultan en esta obra como trémulos fantasmas de un pasado irreversible, que hoy prácticamente sólo sirven a la causa de la memoria y del aprendizaje de los errores del pasado.

Pero más allá de la recuperación de estos espectros para el actual conocimiento colectivo, hay párrafos en esta obra, pese a la mirada indulgente del propio autor en el postfacio del libro, que invitan a reflexionar si existían motivos de preocupación entonces que los hechos no sólo han confirmado sino incluso en algunos casos agravado, así como la existencia de pautas y tendencias que sorpresivamente han cobrado un inesperado e inquietante vigor en estos tiempos. Pensar en una sociedad global condicionada por el inmoderado poder de formidables corporaciones tecnológicas, que capturan, procesan y venden, una ingente cantidad de datos personales que ni siquiera su protagonista y víctima conoce, invita a preguntarse por la posibilidad de la rebeldía. Por las formas y contenidos de una contingente visión alternativa, que ofrezca una realidad diferente a la que el orden actual somete a la humanidad. Porque recordar mayo 68, la muerte de Dios, los movimientos alternativos, sin duda parecen más ejercicio de melancolía o frustración, pero sirven de hitos de un camino que unas pocas décadas después parece plantear la misma ruta, el mismo cauce por el que viaja un orden que aparentemente ha actualizado sus formas pero apenas su sustancia.

Es obvio que hoy puede resultar ridículo hablar de la decadencia del capitalismo, porque obviamente ni este ha ocurrido ni el debate hoy puede formularse en esos términos, pero no sobraría preguntarse, como invita a menudo este libro, qué posibilidades hay para una mirada alternativa a aquello que existe pero no satisface. Si antes la alternativa era la sumisión o la inmovilidad, frente a la revolución (ese "hacer saltar el mundo"), hoy los tiempos exigen, a la vista de tanta insatisfacción colectiva e incertidumbre de futuro, definir los nuevos términos del debate.

Salvo en el campo de las libertades concebidas como un derecho jurídico, hoy el ateísmo no resulta suficiente para un cuestionamiento general. Salvo que la tecnología sea la nueva teodicea, esa magia fragmentaria de la que nos habla Savater, que podría abrir una nueva ruta de pensamiento y para la que nos advierte el propio autor cuando nos cita a Cioran, que afirmó "en el horizonte siempre amenaza un dios"… Por otra parte, afortunadamente nadie en su sano juicio habla ya de revoluciones. Pero Europa es una isla frente a poderosos y peligrosos líderes nacionalistas globales, y entonces, habría que preguntarse por el debate que debería formularse, por esa postura cívica o moral más idónea. Y para ese debate, cuestionarse cuál es o debe ser la respuesta ¿el nihilismo, el inmovilismo, la insumisión, la meditación pasiva, vivir al margen, la frustración por el fracaso de la acción? O, ¿una nueva teoría para el regreso al individuo como sujeto protagonista de libertades y derechos? ¿Una nueva idea para impulsar la acción colectiva?

Savater nos advierte que ha encontrado sus propias páginas "desafiantemente intempestivas, más desenfadadas que audaces, más ignorantes que provocadoras", mientras nos guiña que tal vez sea una obra de juventud que no volvería a escribir, aunque todo lo que ha escrito después no sea más que el intento reiterado de recuperarla y enmendarla. En sus manos, en su lectura, está el poder disfrutar con sus palabras y ver hasta dónde les alcanza la provocación. Lean esta obra y reflexionen.

Jorge Riet