Mujeres del alma mía

Opinión:

Si tuviera que definir esta obra en una sola expresión, esta sería: homenaje a las mujeres. Un homenaje que empieza en su madre y que acaba en su fallecida hija Paula, pasando por la propia Isabel Allende y por el común de las mujeres del mundo. Porque sí, la autora nos habla de su propia experiencia, de sus vivencias, sus luchas y sus emociones; pero también refleja (como lo hacen también sus novelas) las vivencias, luchas y emociones de otras muchas mujeres. Mujeres con las que se ha cruzado o no, sobre las que ha escuchado o leído, pero que, de un modo u otro, han marcado su trayectoria, ya sea profesional, personal o feminista.

Y es que, si algo es esta obra, es una suerte de biografía feminista de Allende. A través de sus páginas vamos a ir descubriendo cómo ha ido evolucionando su visión sobre el movimiento feminista, desde el desconocimiento (pero con el sentimiento, desde bien pequeña, de que la mujer era injustamente tratada como inferior) hasta la compresión y la lucha activa.

Como siempre ocurre con la forma de contar de la autora, Allende te va envolviendo con retazos de historias, episodios del pasado, relatos de vidas ajenas y, en este caso, fragmentos de poemas de otros autores, como si de una nana dulce se tratara. Hasta que acabas enredada en su red, mirando que casi has llegado al final del libro sin casi haberte enterado, sin haber sido capaz de percibir nada que no sea su mágica forma de contar las cosas.

De hecho, aunque no sea una novela, la narratividad propia de Allende, su sensibilidad, su personalísima forma de acercarse a las vidas y las historias de los demás (incluso a la suya propia), quedan reflejadas en esta obra, de manera que queda, así, integrada en el conjunto de su producción bibliográfica, aunque se trate de géneros diferentes.

Y acabo con un último apunte: me ha gustado mucho conocer la trayectoria feminista de Allende pero más aún me ha emocionado que nos hable de su momento actual, de su edad, de lo que le pesa y le pasa en este momento. Que hable de jubilación, de seguir trabajando, de cómo le ha cambiado la vida y los hábitos el paso de los años. La vejez no suele ser asunto literario (y mucho menos la vejez femenina), así que siempre es un gusto que alguien hable de lo que hablan pocos.

Así pues, una obra diferente que, sin embargo, seguirá gustando a los fans de Allende porque mantiene en ella su esencia narrativa y, encima, nos ofrece pinceladas de su vida y su lucha.

Lidia Casado