Misión: Eliminar al nuevo Mesías

Opinión:

Es una novela muy gamberra y que no se corta cuando arremete contra todo lo que se le cruce por delante. Ante tamañas aventuras grotescas, además de disparatadas, no cabe más actitud que unirse a la fiesta sin mayor precaución que mantener un atisbo de cordura o pirarse hacia barrios más civilizados, aunque también, todo hay que decirlo, más aburridos.

Los interludios sobre los habitantes del Infierno son una especie de repaso a nombres históricos bastante conocidos y la mayoría con pocos simpatizantes entre los posibles lectores, que fuera de ese selecto grupo mejor no digo nada para que no se descubra. Y si se cuela algún personaje todavía vivo será por la admiración del autor hacia él, ya que no le permite quedarse más tiempo del indispensable y lo devuelve a su vida normal.

También hay reparto para los principales moradores, tanto del Infierno, como del Cielo, que también tiene su protagonismo en la novela. Así es que reciben un tratamiento de lo más irreverente, sin que importe lo más mínimo de quién se trate.

En cuanto al resto de la novela, la historia en sí podría calificarse de romántica, aunque empiece dentro del género negro, pero como aquí se trata de eso de que los extremos se tocan, a veces algo más incluso, lo cierto es que nos podemos esperar cualquier cosa.

El lenguaje utilizado va en sincronía con la narración, en manifiesta despreocupación por guardar las formas. En cuanto a las descripciones de los lugares y los detalles de lo que sucede donde transcurre la acción, el choteo es generalizado, salvándose un poco Madrid, que no sale demasiado mal parada.

Como dentro de sus ataques hay unos cuantos personajes históricos y alguno público, además de abundantes referencias a la religión católica, las personas que se ofendan ante las salidas de tono que salpican el texto, que las hay más inmundas que otras, sería mejor que se abstuviesen de acercarse, mejor que no sepan lo que se pierden; para los demás, barra libre, pero sin abusar.

Selin