Misericordia

Opinión:

Muchos eruditos coinciden en afirmar que ésta es la novela más lograda de don Benito. No lo pongo en duda, yo no soy un erudito. Es posible que la técnica narrativa, el estudio de los personajes o el estilo libre indirecto empleado haya supuesto una cima en el arte novelesco de este autor.

Yo soy un lector con prejuicios, como todo el mundo, y vivo en un mundo en el que la bondad no es un valor de cambio: es más bien materia de utopía, ciencia ficción casi. Como mucho, si en esta vida eres bueno, a lo sumo te dan el Premio Nobel de la Paz, y eso cuando estás a punto de morirte, o si eres católico, y tienes las debidas influencias, a lo mejor te hacen beato. Previo paso por el cementerio, claro.

Con esto pretendo decir que "Misericordia" es una novela simbólica, en donde la protagonista es un paradigma de algo tan evanescente y tan poco atractivo, dramáticamente hablando, como la Bondad con mayúsculas, casi la Santidad. Y sin casi; Benina es un ángel, una Santa que ha venido a este mundo a sufrir por los demás... hoy día veríamos a Benina como una enferma: una masoquista, una Supernumeraria del Opus Dei, una fanática del sufrimiento, porque en él encuentra el placer de hacer felices a los demás. Que no es humana ni creíble esta señora, dicho de una vez. En ningún momento nos muestra Galdós las razones por las que esta Benina sea tan, pero tan, tan buena. Benina es buena porque sí. Y como todos los "buenos" de la película, acaba hasta cayéndote mal. Un ser sin fisuras, apenas se revuelve una vez o dos (en ambos casos, poquito y en voz baja) contra la tiranía de su ama doña Paca, ni siquiera cuando las cosas se empiezan a arreglar para ésta, y a empeorar (más aún) para Benina... así que, sintiéndolo mucho, yo soy demasiado depravado como para degustar una novela "todo bondad".

Con todo, este libro es tan ameno como todos los de Galdós, (y el que más me ha recordado al universo de Dickens, uno de sus modelos estilísticos, según propia confesión) y la galería de personajes secundarios es tan brillante como siempre, en especial la Juliana, la nuera de Doña Paca, un ser que tiene virtudes y defectos, que es humana y muy atractiva como personaje, y que, lo poco que aparece, "roba las escenas", empleando el argot teatral, a todos cuantos aparecen a su lado.

Recomendable para los que aún crean en milagros y no se dejen impresionar por el tufillo levemente edificante del autor.

Santi