miscelánea

Opinión:

Borges  probablemente diría que hay infinitas formas de leer un libro. Con éste en concreto que aquí nos ocupa se me ocurren por lo menos tres propuestas interesantes: 1) leerlo de principio a fin, aunque considerando sus 1189 páginas este método sólo es recomendable para lectores estajanovistas, estudiantes de doctorado que estén haciendo la tesis sobre el maestro argentino, o hacedores de reseñas; 2) abrirlo por cualquiera de sus páginas y zambullirnos en un lectura aleatoria pero genial; 3) visitar el índice onomástico (¡de 30 páginas!) o el índice general (¡de casi otras tantas!) y escoger el nombre o título que más nos llame la atención. En cualquier caso la erudición, la lucidez y el rigor imaginativo están garantizados.
 
La faceta del Borges crítico necesitaba de una obra exhaustiva como ésta. Como nos informa la Nota del Editor al inicio, el volumen reúne seis libros de prosas de carácter eminentemente crítico. El primero y el tercero, Prólogos, con un prólogo de prólogos y Biblioteca Personal. Prólogos, recogen las introducciones y prefacios que Borges escribió entre 1923y 1988 para más de un centenar de obras tan dispares como Los nueve libros de la Historia de Heródoto, La Saga de Egil Skallagrimson de Snorri Sturlson, o losCuentos de Cortázar o Kafka. En Borges, oral, se recogen las cinco conferencias o clases magistrales que Borges leyó en la Universidad de Belgrano (sirva el listado de títulos para abrir la curiosidad: El libro, La inmortalidad, Swedenborg, El cuento policial y El tiempo). El cuarto libro, Borges en Sur, recoge casi cien textos que el autor publicó en dicha revista y que no habían sido incluidos en la edición de sus Obras completas. Finalmente, el quinto y el sexto libro recuperan las colaboraciones que Borges realizó para la revista El Hogar. En estos últimos nos encontramos con material tan heterogéneo como traducciones de poemas, reseñas, semblanzas biográficas, entrevistas o cuestionarios de cultura general que preparó para los lectores.
 
Resulta difícil condensar el caudal de erudición e ingenio que Borges despliega en prólogos de apenas tres cuartillas o artículos de una columna. Virginia Woolf decía de Samuel Johnson (crítico de críticos en el mundo anglosajón) que Johnson «había pensado mucho y muy bien». Lo mismo es aplicable a Borges. Su capacidad para desentrañar los temas profundos de los autores con los que trata y su facilidad para engastar sus descubrimientos en palabras sencillas y frases memorables es admirable. De la obra de Kafka, por ejemplo, nos dice que hay dos ideas centrales que la atraviesan: la subordinación y el infinito. De Cervantes sugiere que “no hay una de sus frases que no sea corregible; cualquier hombre de letras puede señalar los errores; […] sin embargo, así incriminado el texto es eficacísimo, aunque no sepamos por qué”. De la novela psicológica nos dice con sorna que “es un libro que registra las delicadas emociones de un hombre a quien nada, precisamente nada, le ocurre” mientras que de la novela de aventuras afirma que es un género “que va deshilvanando una serie infinita de actos impersonales, ejecutados por cualquiera o por nadie”.
 
Tras la lectura de esta Miscelánea descubrimos que su supuesta naturaleza heterogénea no es tal. Estamos ante uno de los tratados de literatura más lúcidos que se hayan escrito, ante una enciclopedia casi inabarcable, digna de honrar los anaqueles de la Biblioteca de Babel. 
 
Héctor Pascual