Mi querida Lucía

Opinión:

Para l@s fans de La Vecina Rubia y de su trilogía "Verano", ya podéis volver a disfrutar de ella con "Mi querida Lucía", su nueva novela que, aunque supone un cambio de registro a los anteriores, sí mantiene el estilo narrativo como la agilidad en la prosa, actual, una serie de elementos comunes como que el escenario de la trama también se desarrolla en verano, concretamente en Madrid del 2002, las amigas, esos personajes que siempre coloca en el camino de la protagonista y le hacen el tránsito más llevadero; y lo que no podía faltar, esas reflexiones "vitales" a las que nos tiene acostumbrados. Es una especie de spin-off porque reconoceréis a la protagonista de "Mi querida Lucía", y a algún que otro personaje más. Ella es: 

Lucía: tiene 32 años, es madre soltera de una niña de 7 años, con una rutina circunscrita a su hija, sus incondicionales amigas, y su trabajo en la editorial de una revista pop para la que escribía, atención "pista", en la sección del horóscopo semanal y daba respuestas a las preguntas que le llegaban de las lectoras, algo que se tomaba muy en serio y de ahí el gran éxito que tenía su sección. En retrospectiva, nos está narrando en primera persona lo ocurrido en su hasta entonces rutinaria vida durante aquel verano y que, ya en la segunda página, sabemos por sus propias palabras como "terrible". Su escenario fue el caldo de cultivo para llevar a cabo un macabro plan con un objetivo demasiado personal.

Todo comienza el 13 de junio, una primera carta, una amenaza de intento de asesinato ante sus propias narices, y arranca el horror durante 3 cartas más y varios SMS.

Lucía entrará en una carrera que tendrá un punto de partida, pero no de meta y sin poder regresar al comienzo; será la cronología de una reacción en cadena con consecuencias mortales, con cada paso que da. Entre el peligro de perder su trabajo y, lo más importante, su ordenada existencia, se convertirá en una montaña rusa de emociones: enfado, ira, desesperación, histeria, dolor y, sobre todo, miedo. En ella surgirá el instinto de supervivencia como el de un animal, actuando por puro instinto en cada una de las situaciones; en una continua ambivalencia entre el miedo y la adrenalina; en una terrible sensación de indefensión por la falta de control, siempre dudando sobre lo que debía o tenía que hacer. Llegará a una imagen totalmente desoladora de sí misma, perdiendo la noción de lo que había sido su vida hasta el momento. Removerá su pasado más desagradable, sus odios, los vacíos, los abandonos, y tendrá que enfrentarse a dar respuestas de un presente que tenía cerrado. Sentirá cómo su vida se hundía con cada carta que recibía llegando a su límite hasta que tome la decisión de coger el toro por los cuernos y averiguar quién y por qué ella, porque no dejaría "que nadie le haga sentir a mi hija ni una mínima parte de ese miedo". 

Mientras ella termina destrozada, asistimos a la investigación policial por un inspector y una subinspectora quienes también se sentirán superados y rayarían en lo ilegal basándose solo en impulsos innecesarios producto de sus propias mochilas personales, siendo ellos sus propios enemigos, casi más que el propio asesino.

Así, a lo largo de toda la trama entramos en un juego inteligente, psicológico, donde el lector cree (solo cree) ir estrechando el cerco y averiguar quién está detrás de esas misivas. Pero llegará a un terriblemente emocional e inesperado final de, y como diría nuestra añorada Mayra Gómez Kemp, "hasta aquí puedo leer", principalmente a petición de la autora: 

"Solo debe descubrir la verdad de las cartas quien la desvele con la lectura de este libro". 

Belén Flores