Mi padre es una silla plegable de Ikea

Opinión:

Seguro que alguna vez nos hemos topado con la pregunta de: "si pudieras convertirte en un animal, ¿en cuál lo harías?; y si fuera en un objeto, ¿en cuál?". Esa pregunta se hace realidad en los dos protagonistas de esta breve historia, un padre y un hijo, normales, que llevan una vida familiar usual, donde el padre, de buenas a primeras, se ve convertido en un objeto con las mismas características y personalidad que muestra en su día a día: una silla, es decir, un "mueble". 

Sí, un "mueble", como lo que es, y, por extraño que nos parezca, es una metáfora de la vida misma. La relación entre un padre de hoy en día inmerso en sus quehaceres, preocupaciones laborales, etc., y de su hijo de 11 años, también inmersos en los suyos, su colegio, sus amigos, sus juegos en su habitación, etc. En modo de cuento y desde la perspectiva de un niño, se nos presenta el abismo que crece entre los miembros de cada una de nuestras casas cuando nos metemos cada uno en nuestro mundo. Cómo la forma de comportarnos los adultos, los más responsables en esta historia, recae en nuestros menores; y cómo las obligaciones que nos imponemos van engullendo a lo más importante de nuestro día a día. 

Muchos dirán que es normal, incluso veremos con envidia el pequeño mundo de nuestros menores sin preocupaciones. Sin embargo, no somos tan diferentes a los niños, aunque pensemos que el micro mundo de sentimientos infantiles nos quede lejos; cada uno tendremos nuestras inquietudes, diferentes, pero son parte del mismo mundo; no vivimos en universos distintos como a veces parece que lo hacemos. Y lo peor o mejor de todo es que los niños se comportan igual que nosotros. En este cuento podremos ver cómo el pequeño Nil se desarrolla y crece sin la atención de su padre, y cómo lo hace con ella. 

Pero no todo está perdido si nos damos cuenta a tiempo. Esos silencios que a veces cuando estamos juntos se hacen tan incómodos y por mucho que pienses en sacar una conversación no encuentras un tema del que poder hablar juntos, se pueden convertir y volver al tiempo de hablar, jugar, reír y que nuestros pequeños se sientan escuchados, comprendidos, y muy importante, protegidos. Una fábula con un emotivo final sobre un padre y un hijo que podemos ser cualquiera de nosotros, nuestra historia familiar que, seguramente, estemos a tiempo de cambiar. Nosotros elegimos. 

"La infancia termina en el momento en que un charco se convierte en un obstáculo y deja de ser una oportunidad".

Belén Flores