Mephiboseth en Onou

Opinión:

Carlos Edmundo De Ory, hijo del poeta modernista Eduardo De Ory, nació en Cádiz en 1923, y se trasladó con veinte años a Madrid, lugar en el que tuvo un nuevo nacimiento, esta vez artístico. Para quienes no le hayan leído aún, tenemos que decir que se trata de uno de los autores más singulares del siglo XX, por su profunda originalidad, y abigarrada libertad creativa. Es singular en el extremo más radical que uno pueda encontrar, algo que estimo como una virtud de su obra y no un problema. Necesita, eso sí, de un lector dispuesto a sumergirse en mundos no explorados, en discursos complejos, pero la recompensa es segura, pues se trata de un gran escritor.

En ese Madrid de la posguerra hará amistad con artistas como Eduardo Chicarro y Silvano Sernesi, para fundar el Postismo, vanguardia que renovará el panorama literario español, con amplia resonancia en autores posteriores (se habla normalmente del influjo ejercido en Francisco Arrabal o Francisco Nieva).

Lo que Firmamento editores ponen en circulación es un libro que en su momento fue prohibido por la dictadura franquista, y que no fue dado a imprenta hasta 1973. La obra está emplazada en un manicomio, en el que el protagonista y narrador mantiene una larga conversación con el lector y sus compañeros de encierro (incluido el director de la institución, una incógnita intelectual que es uno de los personajes más interesantes del libro) en el que se discute de una forma vaga, más preocupada por la poesía que el contenido, las relaciones entre genio y locura, los límites de la razón y la sinrazón, las dificultades para comprender al otro en las que nos debatimos continuamente los humanos.

Un bien informado posfacio a cargo de José Luis Calvo Carilla, profesor de la Universidad de Zaragoza (que yo hubiera en realidad colocado al principio, para ofrecer luz a los lectores sobre el tipo de libro que tienen entre manos) ofrece datos muy interesantes sobre su proceso de composición y no pocas claves para interpretarla.

Su prosa es intensa, vehemente, tan cargada intelectualmente como dotada de una poética no convencional, abierta a otras formas de crear belleza. No se atiene a ninguna norma narrativa, y eso es precisamente lo que más admiro de él y lo que me hace disfrutarlo. Las menciones al autor suelen hacerse con expresiones como "caso único", "tipo", "rareza". Un escritor libérrimo, de talento inasible, para lectores comprometidos con cada texto.

Rafael Ruiz Pleguezuelos