Mapas de asfalto

Opinión:

"Envejecer no es para cobardes".

Complicado pensar sobre esta reflexión sin sentir vértigo. Es lo que siente la contadora de esta historia: una anciana, desde una residencia de mayores, que remueve su pasado desenterrando recuerdos, algunos dolorosos, otros más dulces sin saber hacia qué lado se inclinaría la balanza, y volver a ser parte de ellos. ¿Para qué? Para que los que se quedan puedan proyectar su futuro conociendo el pasado.

No conoceremos el nombre de la narradora. Solo sabremos de ella que nunca se sintió arraigada en España; soñadora, melancólica y tímida de niña, y cómo todo se quedó atrás cuando, exiliada su familia en Venezuela, regresan a España tras la Guerra Civil. A partir de ahí, se convierte en una extraña para ella misma, hasta que llega al Distrito Sur (Barcelona), el sitio donde empezó de cero, al romper el aislamiento familiar, para vivir su vida y encontrar su lugar. Un barrio obrero, desfavorecido, habitado en su mayoría por emigrantes de ese continuo trasvase del campo a la ciudad en busca de nuevas oportunidades, como fueron los personajes que la acompañarán.

Montse, su gran amiga con la que mantenía tal conexión, ambas luchando por su independencia en medio de la visión más deformada de la vida, hasta que se abre una herida entre ellas que no supieron cerrar, y entra el rencor, la tristeza, y la culpa hasta que fue demasiado tarde y no hubo forma de regresar. O, Hércules, el joven barrendero que llega a la gran ciudad "estafado", "abrumado", "desorientado", quien hizo de sus calles su particular planeta soñando con un Sur más allá del distrito que barre, al igual que el resto de gentes. O el Negro Smith, o Juana, personajes que habrán de construirse para sobrevivir entre los demás. Una generación marcada por las secuelas de la guerra civil y la dictadura, intentando librarse del ahogamiento que suponía. Personas que alegraron su vida y la condicionaron para siempre.

A su edad solo quedará reconciliarse con su pasado, con sus errores, con lo que se atrevió a soñar, quiso realizar y no consiguió. El dolor de no haber rectificado cuando había tiempo; el poder haber hecho las cosas de otra manera, y el peso que ha supuesto esa mochila durante la vida. Será difícil endulzar lo ocurrido; los sueños y aspiraciones frustradas. Las pérdidas que inevitablemente llegan a la vida dejando abandono y soledad a los que se quedan. Los que ya no están pero seguirán estando, incluso hablándonos y ayudarán a contar su historia. 

La contadora, a través de capítulos breves, y tal cual anciana echando mano de forma melancólica a algunas notas que ella misma escribió, irá homenajeando a ese grupo de supervivientes y también soñadores. Entremezclará la historia de España que ya conocemos de sobra, aunque la dejaremos a un lado a favor de la historia vital de los personajes.

"De vieja ya solo se puede de vivir de recuerdos". El pasado nunca se borra; las personas que se fueron terminan habitando en nosotros; y a los que nos quedamos, nos toca resolver lo que ellos no pudieron.

Belén Flores