Los ratones de Dios

Opinión:

Aunque conocía un poco del caso por lo que se publicó entonces en los medios de comunicación, mi interés no había ido más allá hasta que hace poco supe de la existencia de este libro, ya que iba a ser el tema de dos programas de televisión, donde además se entrevistaría al autor. No los llegué a ver, porque entonces hubiese empezado la lectura del libro con más información de la cuenta, algo que no me apetecía.

Así que me metí de lleno en la historia, con sólo vagos, mínimos recuerdos de lo que ocurrió hace doce años, con este libro, "Los ratones de Dios", que fue publicado en 2019 por la editorial Alrevés en su colección SinFicción.

Tal como manifiesta en su presentación, se trata de la narración de cómo se realizaron las investigaciones policiales tras la denuncia de la desaparición del Códice Calixtino, que era una de las reliquias principales de la catedral de Santiago de Compostela, accesible a muy pocas personas y del cual la única manera de tenerlo personalmente era comprar uno de los facsímiles numerados que se habían puesto a la venta.

La crónica sigue muy de cerca los movimientos de los policías encargados del caso, entorpecidos desde el primer día por un muro de silencio de quienes andaban por allí, tanto canónigos como trabajadores. Allí nadie decía nada sustancioso sobre la sustracción del códice, ni tampoco sobre las distracciones de lo depositado por feligreses y peregrinos en los cepillos repartidos por toda la catedral; tal como dijo el deán en un momento determinado y de donde ha salido el título del libro: "Donde hay queso, hay ratones". Mucho queso había cada día y suerte que los ratones eran contados, que aquello era jauja, con una dejadez manifiesta y tolerada por todos.

Si acaso comentaban algo con voz baja, era sobre algunas relaciones personales donde podría haber sexo indebido o contra natura. Tal vez para ellos, cerrados en su mundo, eso era un pecado muy grande, mientras que echar mano del dinero era pecata minuta.

Ahora bien, si se atiende con detalle las peripecias de la investigación policial, incluyendo las actuaciones autorizadas por el juez instructor, se percibe un cierto exceso de celo, por decirlo finamente, llegando incluso al menoscabo de los derechos de las personas implicadas, lo que pudo ser un problema añadido en el juicio subsiguiente, que se pudo haber quedado en agua de borrajas.

De todas maneras, la crónica narrada en "Los ratones de Dios" resulta bastante interesante, aunque a veces dé demasiadas vueltas a lo mismo, lo que da una sensación de que sea repetitiva, claro que los policías también insistían una y otra vez sobre los mismos temas a las mismas personas, que a su vez siempre respondían lo mismo.

Selin