Anika entre libros

los pazos de ulloa

Ficha realizada por: Lidia Casado
los pazos de ulloa

Título: los pazos de ulloa
Título Original: (los pazos de ulloa, 1886)
Autor: Emilia Pardo Bazán
Editorial: Austral


Copyright: © Prólogo de Julio Escobar
© Espasa-Calpe, 2007
1ª Edición, Marzo 2007 ISBN: 9788467036619
Etiquetas: autores clásicos escritores españoles hispanos literatura española literatura hispana realismo

Argumento:

Julián llega a los pazos de Ulloa para administrarlos y ejercer de capellán. Allí encontrará un ambiente degradado, en el que persisten prácticas medievales vinculadas con el feudalismo y en el que las pasiones y la naturaleza imponen su ley. Julián intentará restaurar el orden y, sobre todo, la moral cristiana. Pero hay sentimientos más fuertes que la moral y la religión.

Opinión:


Los pazos de Ulloa  es una novela tan grande como el terreno en el que se desarrolla gran parte de la acción, esos pazos inhóspitos, algo decrépitos, oscuros y, en ocasiones, hasta terroríficos. Lo es por la manera en la que está escrita: ese Naturalismo que Pardo Bazán introdujo en España y que propugna la representación casi documental de la realidad, con sus grandezas y sus miserias (por lo que en la obra aparecen vulgarismos y expresiones típicas de un lugar, la Galicia rural, y de las diferentes clases sociales); esa sencillez expresiva pero cargada de certeza, eligiendo la palabra adecuada en el momento justo; las descripciones de la naturaleza, una naturaleza, gallega en este caso, que afecta a los personajes y que comparte estado anímico con ellos; el ambiente, a veces incluso claustrofóbico, que transmite; la emoción que transfiere al lector, la dosificación de la intriga…

Es grande, también, por los temas que trata: desde la violencia doméstica (ejercida sobre la mujer pero también sobre los niños, de muy diversas formas, que queda dolorosamente retratada en algunos pasajes de la obra, como mensajes de aviso, de denuncia, sobre la brutalidad que tales hechos encierran), al amor, pasando por la condición femenina (doña Emilia luchó por los derechos de las mujeres en pleno siglo XIX desde la teoría y desde la práctica; de hecho, presentó su candidatura a la Real Academia y fue rechazada sólo por ser mujer, lo que hizo que luchara aún con más empeño por demostrar la igualdad de hombres y mujeres y lo que la llevó a fundar, incluso, una colección de obras que incluían diversos libros sobre cuestiones que ayudaran a instruir a las mujeres de su época, desde la sociología a las recetas de cocina).

La figura de la mujer también sirve, en ocasiones, para contraponer dos mundos, el rural y el urbano, comparación que se disemina a lo largo de la obra, y que refuerza la imagen del campo rudo, tosco, árido, poco hospitalario, con costumbres y leyes propias, que se recrea en la obra. Un mundo rural en el que perviven modelos sociales ancestrales, medievales, propias del señorío y el feudalismo.

La diferencia entre sistemas de organización social y de las distintas formas de trato y relación familiar y social se configuran, pues, como tema de la obra, junto con otros como la política (la revolución de 1868 sirve de telón de fondo a la obra y hay un largo pasaje relacionado con las elecciones, el caciquismo, el amaño de resultados, etc.), la religión, la conveniencia social o la brujería y los presagios. También, la infancia, refugio de la inocencia, tratada aquí con dulzura, con halago, con bondad, pese a la brutalidad que destila la novela en general. De hecho, es muy sugerente el juego que hace la autora en el momento más dramático de la obra: las escenas más feroces nos las cuenta a través del punto de vista de Perucho, lo que tamiza su violencia a través del filtro inocente e ignorante del niño. Es, pues, el contrapunto a un mundo de adultos, un mundo despótico, de desconfianzas, despiadado muchas veces, salvaje otras. Un mundo de adultos en el que la traición, en sus muchas versiones, le gana la partida a la bondad.

Y es grande, a la vista queda, por el argumento, la construcción de la trama, la dosificación de la intriga y ese cambio de punto de vista final que tamiza la brutalidad y resalta el contraste con los personajes bondadosos.

Porque también es grande por sus personajes, divididos en bandos: los salvajes y los bondadosos, los inocentes y los culpables, los del pueblo y los de la ciudad. Julián y Nucha representan lo bueno, lo inocente, lo humano, lo que sí tiene valores, principios y sentimientos. Sabel y, sobre todo, su padre, Primitivo, representan, en cambio, lo instintivo, lo brutal, lo impuro, lo salvaje, lo que no tiene escrúpulos ni leyes ni respeta las convenciones sociales. En medio, el marqués de Ulloa, Pedro Moscoso, un hombre fuerte y rudo pero taimado y cobarde, un hombre que tiene lo peor de ambos mundos y que acaba convirtiéndose en bisagra que permitirá que esos dos bandos choquen y que Julián y Nucha acaben, si no contagiados, sí transformados por la forma de ser del resto de moradores de los pazos.

Una novela, en definitiva, grande… la mejor de Pardo Bazán, tal y como ha valorado la crítica. Una novela que tuvo su continuación en La madre naturaleza, que retoma la historia varios años después y que se centra en la relación de los dos niños de Los pazos de Ulloa. Una novela tan atractiva y repulsiva, tan hermosa o tan horrenda como lo puede ser la propia naturaleza. Todo depende del momento, el lugar y el ojo que mira.
 
Lidia Casado

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