Los niños de la estrella amarilla

Opinión:

Mario Escobar ya nos tiene acostumbrados a su buen hacer en la tarea de colocar sus personajes y sus tramas enmedio de hechos históricos reales, lo que dota a sus novelas de la chispa que para el lector supone el sumergirse en la historia acompañado a través de situaciones que realmente pudieron haber sucedido. Y "Los niños de la estrella amarilla" es un nuevo trabajo que cumple a pies juntillas con la "marca" de este autor.

A lo largo de la obra, se van sucediendo aventuras y penalidades que se alternan con la aparición de personajes benévolos y generosos que ayudan a los pequeños en su tarea casi imposible de buscar a sus padres, suponiendo todo ello un caldo de cultivo apropiado para que Mario Escobar nos exponga de nuevo todo su mundo de valores (familia, religión, honestidad, generosidad, recompensa al esfuerzo) que, como siempre, calan y acaban conmoviendo al lector.

Eso, unido a las más que eficaces descripciones a las que el autor nos tiene ya acostumbrados hace que la novela sea interesante de leer por su forma, independientemente de lo igualmente interesante que pueda resultar el fondo (la historia real vivida por tantos y tantos judíos perseguidos durante la Gran Guerra. Es más, aunque la historia que se nos cuenta sucedió hace ya mucho tiempo, igualmente podría tratarse de algo muy actual en los tiempos que vivimos hoy día como consecuencia de las guerras que tantos refugiados están generando. Mucho tendríamos que aprender de los héroes anónimos del pequeño pueblo de Le Chambon-sur-Lignon.

Si hubiera que destacar un solo aspecto de esta novela, a mi modo de ver sería su carácter emotivo, pues mientras la leía me pude identificar tanto con los hermanos protagonistas que realmente sentí en más de una ocasión la congoja de los críos ante la adversidad y la esperanza por lograr su fin. Igualmente emotivo resulta el saber que realmente los Chambon-sur-Lignon se volcaron en dar refugio a tantas y tantas personas que huían de la barbarie, porque siempre emociona el recordar que hay mucha buena gente en el mundo.

Al final de la obra, Mario Escobar, junto con algunas aclaraciones históricas, incluye una tabla cronológica de algunos hechos que se cuentan en sus páginas, así como una serie de fotografías y documentos que se encuentran en el museo de Chambon-sur-Lignon, lo que cierra el círculo y nos muestra lo mucho de real que hay en el fondo de "Los niños de la estrella amarilla".

Maleon