Los cien mil reinos

Opinión:

"Los cien mil reinos" es la primera novela de N. K Jemisin y ha debutado colmando las expectativas de los críticos más renombrados en EEUU. Allí ya se ha publicado la segunda parte de la trilogía (The Broken Kingdoms -Los reinos rotos) y se espera la tercera para este año, titulada The Kingdom of Gods (El reino de los dioses).

Uno de los puntos fuertes de la novela es la psicología de los personajes que está perfectamente delineada, en parte porque todos ellos son muy diferentes entre sí, pero también debido a que la autora es psicóloga de profesión. Precisamente por eso, es posible que haya elegido la primera persona para su narración, de tal forma que la historia está contada por boca de Yeine, su principal protagonista y, además, en forma de recuerdos. Sin embargo, es la exposición de esos recuerdos lo que no termina de encajarme. Es cierto que cuando evocas momentos pasados no hay linealidad temporal: los pensamientos van y vienen, a veces en círculos, a veces dando saltos. Sin embargo, la autora parece utilizar esta cualidad de la memoria para insertar en la obra aquellos hechos que el lector debería conocer. El hecho en sí no está mal, lo que no acaba de convencerme es la forma en que lo hace. Un ejemplo muy claro lo encontramos al principio de la novela, que comienza con una divagación de la protagonista, luego presenta a su familia y acto seguido ofrece mucha información de golpe de las reglas que rigen este mundo de ficción de forma que el lector no es capaz de asimilarla.

A pesar de ello la historia contiene mucha fuerza y acaba enganchando. La autora cuenta con una imaginación desbordante, totalmente alejada de demonios, ángeles, no-muertos que tan de moda han estado en los últimos años y nos presenta a unos dioses que interactúan con la humanidad y que incluso son esclavizados por ella, muy al estilo clásico grecolatino, con sus pasiones, sus miedos y sus odios. Pero la historia que narra es creíble porque los personajes, como he comentado anteriormente, están perfilados a la perfección.

Quien crea que "Los cien mil reinos" es una novela juvenil está muy equivocado. No sólo no es eso, sino que además es una obra compleja, difícil; tanto en las intrigas políticas que narra como en los caracteres de los personajes que desfilan por ella. Lo único juvenil que posee son los 19 años de su protagonista Yeine.

Una de las cosas que más he agradecido es la increíble ambientación que la autora hace de cada escena de tal modo que el lector puede visualizarla y saber en cada momento dónde se encuentran los personajes situados dentro de ellas. Precisamente por esta cualidad hay unas partes que me han parecido sublimes, en especial la caracterización del Señor de la Noche en su forma humana como Naha y en su forma divina siendo Nahadoth. Algo que no es nada sencillo de conseguir dada la locura y la ambigüedad que conlleva su carácter.

Desearía dejar constancia también de que las escenas de pasión que podremos leer en la novela: son las mejores que he tenido ocasión de disfrutar sin entrar en el género romántico. Hay en ellas una lujuria y un deseo tan bien descrito y con tanta sensibilidad que el lector no podrá oponer a ellas ningún "pero".

El final es un poco complicado y es por ello que entiendo que la novela no es sencilla de comprender ya que tendremos que discernir entre la complejidad de las intrigas políticas (la autora escribe un blog sobre política y parece entender mucho del tema), la del propio mundo que ha creado Jemisin; y lo inasequible, intelectualmente hablando, de la divinidad. Sin embargo, la autora ha decidido dar un giro de tuerca más al dejarnos entrever, como una moraleja, el enfrentamiento entre un orden equilibrado y obediente y otro que busca la justicia y el cambio constante como forma de progreso.

Sin duda, una novela muy completa que, a pesar de poder leerse de un tirón, es preferible ralentizar su lectura para poder disfrutar de todas las facetas que presentan sus múltiples caras.

Para comprender la novela en toda su magnitud sería necesario hacer una comparación con la rosa faldialta, como dice N. K. Nemisin en la página 8: "En el Alto Norte hay una rosa famosa. Se llama rosa faldialta […]. Es frecuente que le crezca junto a la base del tallo una segunda flor, incompleta. […] La faldialta despliega una falda de grandes pétalos que cubren el suelo. Y así ambas, la cabeza, donde están las semillas y la falda, extienden su gloria por arriba y por debajo". Algo similar sucede con la novela: despliega toda su grandeza en tantas capas que solo parece sencilla para un lector poco exigente.

Gemma Nieto