Los años frente al puente

Opinión:

Desde que publicó "La hermana de Katia" (2001, finalista del XIX Premio Herralde de Novela), Andrés Barba se ha convertido progresivamente en uno de los autores más relevantes del panorama hispánico. Novelas como "República luminosa" (2017) y "Vida de Guastavino y Guastavino" (2020) demuestran la excelente calidad de su prosa, que a menudo ha cuajado también en géneros más breves, como el de la novela corta (es muy recomendable su reciente "El último día de la vida anterior") o el del relato (véanse recopilaciones tan adictivas como "La recta intención" o "Ha dejado de llover"). A toda esta trayectoria se le podrían añadir sus puntuales incursiones en el género del ensayo (no me cansaré nunca de recomendar "La ceremonia del porno", que coescribió junto a Javier Montes) y sus frecuentes colaboraciones en los ámbitos de la fotografía y del cine. Sin embargo, mucho menos conocida es la labor poética de Andrés Barba, que cuenta con un único precedente conocido: "Crónica natural" (2015), un conmovedor ejercicio de introspección en torno a la muerte de su padre. Al parecer, los temas íntimos y familiares imponen al autor la forma del verso, puesto que en este nuevo poemario, "Los años frente al puente", retoma ese valor autobiográfico, en esta ocasión centrado en la paternidad que ejerce él con sus propios hijos.

Lo cierto es que el libro, según ha confesado el autor, nació a partir de un giro inesperado en su vida. La pandemia del COVID-19 llevó a Andrés Barba a abandonar Nueva York y a buscar refugio en Argentina: primero en Buenos Aires y, no mucho después, en Posadas, una ciudad en la provincia de Misiones, situada en la frontera con Paraguay. Este desplazamiento y la convivencia con un nuevo entorno se convirtieron en el germen del poemario, que gira en torno al puente Roque González, una mastodóntica construcción que atraviesa el río Paraná y une a las ciudades de Posadas (en Argentina) y Encarnación (en Uruguay). Con el puente como escenario y eje central del libro, Andrés Barba construye una interesantísima reflexión en torno al sentimiento de pertenencia y a la construcción de una familia y de un cierto arraigo en un lugar al que uno ha llegado por casualidad. De ahí que los primeros poemas del libro, como "Primera visión" y "Leyenda inaugural" ofrezcan una mirada casi narrativa sobre la construcción histórica del puente, acordada por Perón y Stroessner. El poema "Puente llamado Roque González" explora con algo más de rigor esta historia, en paralelo a la fundación de la ciudad de Posadas; de hecho, otras composiciones ponen nombre al ingeniero de la obra, Giuseppe Bertorello, de origen italiano.

La historia del puente -en tanto que infraestructura crucial para la vida de miles de personas que lo cruzan con frecuencia- se entrecruza a lo largo de estas páginas con la historia del autor y de su familia, recién asentados en Posadas y en pleno proceso de construcción de su identidad familiar. De hecho, a lo largo del libro se nos presenta el puente como una especie de testigo, o incluso un partícipe más, en la historia de esta familia: primero con la llegada de la pareja y de su primer hijo, de nombre Roque (como el puente); y luego con el nacimiento de una segunda hija. Poemas "Carmen y él cruzan el puente", "Carmen decide que la bebé se llamará Charo mirando el puente", "Puente abstracto con Charo llorando" o "Charo mira el puente por primera vez" nos hacen participar, en cierta forma, en la vida cotidiana del autor y de su tierna familia; y, al mismo tiempo, otras composiciones más descriptivas nos ofrecen un vistazo casi pictórico del puente a lo largo del año: en diciembre, bajo la niebla o al atardecer.

Así pues, a través de la figura del puente Roque González, Andrés Barba nos invita a reflexionar sobre la memoria, la paternidad y la historia, por medio de una red de conexiones metafóricas que enriquecen el discurso autobiográfico y que, en definitiva, fijan una serie de recuerdos bajo la mirada poética del autor.

Darío Luque