Lo que no se dice

Opinión:

Ahondar en los "tópicos más identificables de la cultura española" desde una óptica homosexual. Este era el objetivo (declarado en la nota que lo abre) de los editores de este volumen que recopila once relatos que abordan la homosexualidad desde entornos tan cerrados como el fútbol, los toros, la familia tradicional, la iglesia, el ejército o el ámbito rural.

Ambientados, pues, en diferentes épocas, localizaciones y esferas, todos ellos tiene en común su interés por profundizar en los sentimientos enfrentados entre quienes se saben diferentes (e incomprendidos, la mayor parte de las veces) por tener una sexualidad que no coincide lo que la sociedad aprueba y los de los miembros de esa misma sociedad, que se debaten entre el rechazo, la reprobación, la duda o la hipocresía.

Y con ello ya he dicho algunas de las palabras que me parecen clave para hablar de estos relatos: enfrentamiento (muchos de los protagonistas de estos relatos se ven en un bando opuesto al resto de quienes les rodean y padecen la lacra de ser tachados de locos, de raros o tarados solo por querer o desear a quienes quieren o desean), incomprensión, aprobación social, rechazo e hipocresía (y esta es una de las grandes bazas de este volumen: resaltar la hipocresía de una sociedad que de cara a la galería censura determinadas relaciones pero que las mantiene a puerta cerrada).

Y, sobre todo, sentimiento, mucho sentimiento, porque al cerrar el libro el lector comprende mejor a un colectivo tradicionalmente marginado, conoce lo que piensan y lo que sienten sus miembros, sus dudas, sus temores, los contrasentidos que viven cada día, el sufrimiento, el rechazo. Los autores consiguen que el lector se meta en las pieles de los distintos personajes y empatice con ellos, se ponga en su lugar, sienta lo que ellos sienten y se pueda hacer una idea, así, de lo que supone (aún hoy) ser homosexual.

Pero no solo el fondo seduce en estos relatos, también lo hace la forma, la manera personal en la que cada uno de los autores cuenta la historia que quiere hacernos llegar. A pesar de la concentración expresiva que exige todo relato (un género sin trampas en el que, como dicen los autores en la nota inicial, "el autora se la juega a una sola carta"), los once autores ganan baza y partida y se llevan el gran trofeo del lector satisfecho que lee, conoce, aprende, siente, disfruta, padece y comprende al mismo tiempo.

Lidia Casado