Línea de fuego

Opinión:

"Línea de fuego", de Arturo Pérez-Reverte, comienza la noche del 24 al 25 de julio de 1938, cuando centenares de botes ocupados por la XI Brigada Mixta del ejército de la República cruzaron el río Ebro para establecer una cabeza de puente en Castellets del Segre.

Los pontoneros republicanos tendieron sus pasarelas sin ser detectados por el medio batallón de infantería, el tabor marroquí y una compañía de la Legión que defendían la zona. Esa noche comenzó la batalla del Ebro, la más cruenta de la Guerra Civil.

La novela refleja la cruda realidad de la contienda. A diferencia de otras novelas, en esta no hay buenos ni malos; el autor nos muestra la batalla desde varios frentes y deja que sea el lector quien juzgue por sí mismo la verdadera esencia del conflicto.

No se centra en discursos políticos, sino en las personas que combatieron y que perdieron la vida siguiendo los dictámenes de políticos y mandos que permanecían a salvo en la retaguardia. Nos narra su hambre, su sed, su agotamiento y su miedo. También sus dudas al ver caer, uno tras otro, a sus compañeros. ¿Cuántos más debían morir antes de que acabara aquella guerra sin fin?

Ambientada en un pueblo ficticio, Arturo Pérez-Reverte, utiliza el testimonio de combatientes, documentación histórica y su experiencia personal como reportero de guerra, para situarnos en el centro de la batalla. No juzga a nadie, y tampoco almibara la realidad: hubo sangrientos enfrentamientos, pero también lugar para el humor y para actos de caballerosidad.

El empecinamiento de unos y otros por mantener posiciones que ganaban y perdían en cuestión de horas, costó miles de vidas. La gran mayoría eran jóvenes a los que sus madres acompañaban al cuartel con un bocadillo envuelto en un periódico, que fueron obligados a combatir, por ambos bandos, sin formación alguna.

Una novela narrada en forma de crónica que nos muestra las aristas de uno de los conflictos bélicos más terribles del siglo XX. Una guerra que enfrentó a padres, hijos, hermanos y vecinos y que mostró la mejor y la peor cara del pueblo español.

Esta historia es la de los bisabuelos, abuelos y padres de muchos españoles. Y no debe perderse en el olvido ni ser tergiversada.

Ana G. Aranda