Legado en los huesos. Trilogía del Baztán 2
Título: Legado en los huesos. Trilogía del Baztán 2
Título Original: (Legado en los huesos. Trilogía del Baztán 2, 2013)
Autor: Dolores Redondo
Editorial:
Destino
Colección: Áncora y Delfín
Copyright:
© Dolores Redondo, 2013
© Ediciones Destino, S.A., 2013
Edición: 1ª Edición: Noviembre 2013ISBN: 9788423347452
Tapa: Blanda
Etiquetas: caníbales psicópatas asesinos en serie folklore investigación enfermedades mentales intriga literatura española novela satanismo secta sagas trilogías thriller agotes Navarra Pamplona psiquiatría locura mitología vasca mitología navarra diosa Mari ttartalo género negro
Nº de páginas: 553
Argumento:
Amaia acude al juicio del padrastro de la joven asesinada Johana Márquez, estando embarazada. Algo no cuadra: no se ha suicidado como los demás, sin embargo en su momento ya insistió en que sólo hablaría con ella. Ha pasado un año del asesinato, y justo cuando habla con ella, se suicida y deja el mensaje que Amaia ya conoce: Ttartalo.
Amaia empieza a atar cabos. Ttartalo es más que una firma. Sigue recibiendo e-mails. Otra mujer está en peligro. Los huesos de brazos empiezan a dar pistas. Y sin quererlo la inspectora pone en peligro a su familia porque ella es el blanco inicial de la ira del psicópata.
Opinión:
Me insistieron tanto en que el segundo volumen (Legado en los huesos) era aún mejor que el primero (El guardián invisible), que cuando empecé a leerlo me costó creerlo. De hecho pasé por un pasaje que me parecía entonces lento e injustificado: una visita guiada a una casa que Amaia y James iban a comprar, la casa de la abuela de ella. Recuerdo que lo leía y pensaba "¿para qué se enrolla tanto aquí? Me da igual cuántas habitaciones haya, me sobra el recorrido". Quizás no fuera mucho, pero aún no me había enganchado. Y resulta que aquello fue un error. Esa visita tiene importancia a lo largo del resto de la novela.
De hecho nada está por casualidad. Dolores Redondo lo tiene todo muy medido, y encima nos regala, no una intriga, varias intrigas. Su relación con James y con Ibai, el bebé, al principio parece indicar que ella va a acabar desquiciada, como su madre. El juez Markina comienza a aparecer demasiado y consigue ponerla nerviosa (por varios motivos). Los huesos dan una información inesperada cuando se saca de ellos el ADN. La madre sigue viva y protagonizando escenas espeluznantes. La relación telefónica con el agente Dupree se torna más intrigante cuando la tía Engrasi insiste en que esa relación es enfermiza. Esa otra especie de relación entre la belagile (bruja) y víctima Anne Arbizu y su hermana Flora… Y la gran sorpresa -imposible contarla- convierte el resto de la novela en una carrera a contracorriente para el lector: pasan tantas cosas y tan intrigantes que cuesta decir "mañana sigo leyendo".
De las últimas doscientas páginas ya no pude despegarme: me dormí leyendo y desayuné finalizando la novela.
La verdad es que me he llevado de nuevo una gratísima sorpresa con Dolores Redondo. Me gusta especialmente la doble capacidad que posee de crear una trama muy compleja sin olvidar ni mimar las diferentes personalidades de los personajes: Amaia Salazar, James, tía Engrasi, Ros, el subinspector Jonan Etxaide, el juez Markina, su secretaria, Ernesto (el viejo que cuida el huerto), Fermín Montes, Iriarte, Zabalza, Padua, la doctora Takchenko, Elena (amiga de la madre), y la propia madre de Amaia, Jasón Medina, Beñat Zaldúa, el doctor San Martín, el doctor Franz, el doctor y cura Sarasola, la vieja enfermera Fina Hidalgo, Nuria y su torturador, Antonio Garrido… Ninguno de ellos es igual a otro, ha sabido marcar muy bien los diferentes carácteres.
Además, me creía muy lista cuando pensaba que ya sabía quién era el asesino, claro que es porque la propia Dolores Redondo deja caer pequeñas informaciones que te hacen decantar por un posible sospechoso. Tenía dos opciones bastante claras, pero no contaba con que no necesariamente el asesino debe ser muy visible. Dolores ha hecho bien haciéndolo creíble más que buscar la sorpresa.
Lo cierto es que me ha encantado la trama compleja y me han fascinado todas las intrigas, pero me ha gustado especialmente una confesión de Ros a Amaia en la que le narra cierta noche de su infancia, cuando no podía dormir y… Lo siento, hay que leer la novela.
No negaré que ya conocí hace años la personalidad del inductor dentro de los asesinos en serie gracias a "Lobos", de Donato Carrisi, pero el conocerla no hace que esta otra novela haya perdido su atractivo, porque tiene suficientes elementos como para que te cueste parpadear.
Queda un tercer libro al que espero que Dolores de significado a la relación entre Amaia y el agente Dupree, porque lo que está claro es que esa desaparición y su extrañísima comunicación da juego para ello (y de paso que nos cuente qué hubo entre Flora y Anne).
Ah, si fuera un personaje de ficción me iría a cenar sin dudarlo con el juez Markina. Yo no diría que no al vino en su compañía.
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