Las renegadas

Opinión:

Es cierto que Chile, a principios del siglo XX, fue un hervidero cultural de máximo nivel: en sus tierras germinaron la poesía de Pablo Neruda y la de Vicente Huidobro, dos de los más sublimes poetas que ha dado América. Sin embargo, ambos escribieron teniendo la conciencia de que existía ya un hito dentro de sus fronteras: la obra de Gabriela Mistral -seudónimo poético de Lucila Godoy-, que fue, además, profesora de un muy joven Neruda. En "Las renegadas", la escritora chilena Lina Meruane se ha encargado de seleccionar los mejores poemas de Mistral, con un muy interesante hilo conductor.

En el breve prólogo que Lina Meruane antepone a los poemas de Gabriela Mistral, comenta cómo gracias a la lectura descubrió a una poeta totalmente distinta a la que presentaban los manuales y los libros de texto de su infancia. Frente a la poeta devota y mística, a la mujer privada, Meruane descubrió a una autora de gran sensibilidad con la capacidad de apelar a todas las mujeres que la leyeran, incluso las futuras. Según ella, en los versos mistralianos aparecen desperdigadas numerosas mujeres que vienen a representar los problemas y las emociones que cada mujer viva debe enfrentar. De ahí viene el título escogido para esta antología, "Las renegadas", con el objetivo de dar voz a todas las presencias femeninas que habitan en la poesía de Mistral.

Pero no es fácil hacer una antología de la obra de Gabriela Mistral. Ella misma estructuró con suma paciencia sus poemarios: todos ellos, como "Desolación", "Tala" o "Lagar" están formados por capítulos temáticos, según el origen de los versos: la muerte de la madre, canciones de cuna, la naturaleza americana, el tiempo o la piedad devota. Para realizar la selección que conforma "Las renegadas", Lina Meruane ha tenido que abstrarse de cada una de esas 'pistas' que la autora antepone a sus poemas. Partiendo de ahí, ha ordenado los poemas escogidos en dos grupos: extravíos íntimos y errancias terrenales. En el primeor, también con numerosas subdivisiones, son las mujeres las que toman la voz: "Marta y María", "Canción de las muchachas muertas" o "La danzadora" son algunas de ellas. En la segunda parte, en cambio, se apela a esa mujer universal que es la Madre Tierra, mediante imágenes como la del hogar y los mares y los montes.

Cada poema de Gabriela Mistral esconde un ritmo propio, una musicalidad nacida de rimas que facilitan la memorización de sus textos. Leerla es como oír cantar a toda una estirpe de mujeres; en sus versos, la sensibilidad y la experiencia femenina universal se aúnan para dar luz a una lírica posmodernista sin punto de comparación.  

Darío Luque