Las buenas madres

Opinión:

Este libro es simplemente impresionante, porque relata con todo lujo de detalles la desigual batalla entre unas pocas madres y una de las más poderosas bandas mafiosas del mundo, esas mujeres hartas del machismo, la violencia, el secuestro de sus vidas, una moral tan asfixiante como ridícula, el destino fatal de sus hijos, el delito, la cárcel, sus matrimonios de conveniencia a pesar de su adolescencia, que decidieron colaborar con la justicia para acabar con ese "modelo" de vida.

Esas mujeres valientes que, en algunos casos a costa de su propia vida, lucharon por la justa aspiración de una vida mejor para ellas y sus hijos. Esas madres que se resistieron a la fatalidad de unos hijos condenados por una sociedad cerrada y provinciana a ser traficantes o asesinos, se rebelaron contra su papel de sumisas acompañantes e incluso protagonistas del delito. En un país azotado por la corrupción, la ley del silencio, la sangre como pena capital del disidente, que alternaba la dura realidad de una vida miserable ahogada en cantidades fabulosas de dinero emanadas del negocio de la droga o negocios ilegales. Ese ambiente que exhibe las cicatrices sobre la piel, el paso por la escuela de la cárcel, el apellido, el territorio, como un mérito. Ese contexto donde la traición se paga con la propia vida.

Esta es la historia de mujeres y hombres de carne y hueso, en una guerra sin cuartel donde todos saben que no hay situaciones intermedias, zonas de grises, sino que todo acaba con vencedores y vencidos. Hombres crueles, atados a las tradiciones, violentos, incultos, brutos, y a la vez asustados, que pagan en las mujeres, como en otras tantas trágicas y penosas situaciones, la rica miseria de sus propias vidas. Padres, hermanos, hijos, que llegan a matar a su propia madre, hermana o hija, por un concepto estrecho, antiguo, desfasado, pueril, de la vida, esa basada en una dudosa moral mutualizada que baila al son de la música del crimen, esa que se jacta del penosos favor y aplauso de sus lucrados o asustados prescriptores.

Un libro cargado de emociones, de sentimientos, de situaciones al límite, de personas que se juegan todo porque precisamente aman la vida, esa que anhela y lucha por alejarse de un entramado delictivo, machista, violento, sujeto a sus propias leyes ajenas a las normas que rigen la vida del resto de las personas. Esta es la historia de Lea, de Concetta, de Denise, de tantas mujeres que un día dicen basta, aun a costa de sus vidas. También de esas mujeres de la justicia que ponen en riesgo su propia existencia, en una persecución sin cuartel contra gente peligrosa que no duda en acabar con sus enemigos, sean quienes sean, ocupen el puesto que ocupen.

Pero también ésta es la historia de un 8 de marzo en el que la sociedad italiana dice basta, en el que se rebela y libera de esa opresión tan antinatural como inmoral e injusta, de echarse a la calle enarbolando como símbolo de unión y lucha los nombres y rostros de esas mujeres valientes, para denunciar una situación insoportable. Ese 8 de marzo encabezado por el mensaje "veo, siento, hablo", porque precisamente en esas tres palabras se encierra la formidable batalla de esas mujeres que se atreven a cuestionar el colosal y exagerado poder del crimen organizado. Pero también esta es la crónica de la versatilidad y globalidad del crimen, cada vez más sofisticado y escurridizo, que se aprovecha de los últimos adelantos para ocultar mejor las pistas de sus actividades delictivas, confundiendo la realidad de negocios en los que es difícil trazar la delgada línea del cumplimiento de la ley. Ese que mueve miles de millones de euros en miles de negocios que pueblan nuestro viejo continente. Un libro impactante que nos permite entender mejor el lado oscuro del crimen, ese que a veces peligrosamente se edulcora en el cine o series de televisión que camuflan el auténtico rostro del horror. Una obra que nos revela esa cruda realidad que muchos no quieren ver.

Jorge Riet